

Sin embargo, lo que más sorprende de este personaje no es que crea tener un CI mayor que el de Einstein, ni que utilice como prueba de esa afirmación la jugosa fortuna que posee, pues todos sabemos que inteligencia y fortuna tienen escasa correlación, sino que haya podido ser capaz de ensimismarse en la consciencia de muchos peruanos y demostrar que nuestro país todavía anda perdido en el oscurantismo y la vacuidad. Que López Aliaga se encuentre pugnando por el segundo lugar en la intención de voto, y que tenga la posibilidad de pasar a segunda vuelta, solo significa una cosa: que los peruanos somos unos tremendísimos estúpidos.
Quizá la pandemia y las reyertas del estado hayan contribuido a la aceptación del discurso medieval de Renovación Popular, ese discurso plagado de violencia, prejuicio e intolerancia. Quizá el hartazgo de la corrupción, de las promesas incumplidas, hayan convencido a una parte de la población de votar por este masoquista. Pero no nos engañemos: si toleramos tamañas barbaridades, si aplaudimos las incongruencias, si aguantamos el fanatismo, si alabamos la represión, si estamos dispuestos a ofrecer nuestra libertad a un patán, entonces eso quiere decir que algo está podrido en nuestros corazones.
El problema de los peruanos en este momento no se encuentra en su dubitativa electoral, al final de cuentas siempre hemos tomado las decisiones más importantes a último minuto; el problema del peruano en estos tiempos es que puede escuchar tanta basura y no sentir asco. ¿Es que acaso no han oído los vítores de la gente cuando se les promete “mano dura” o “cerrar los medios de comunicación”? ¿Es que estamos tan soporosos para llegar a creer que provocando el apocalipsis seremos merecedores del Paraíso?
Si me pidieran nombrar una virtud de la democracia, considerando que tiene muy pocas, pues me decantaría por su facultad de permitirle a los ciudadanos conocer, es decir: saber, estar informados, no solo sobre quiénes son en realidad aquellos que pregonan honradez, sino tener la posibilidad de saberlo todo, a todas las ciencias me refiero. Ya lo dijo Juan: “La verdad os hará libres”, y la verdad solo se puede alcanzar con el conocimiento. Jacob Bronowski dijo alguna vez: “Somos una civilización científica. Eso significa una civilización en la que el saber y su integridad son factores cruciales. Ciencia no es más que una palabra latina que significa conocimiento…Nuestro destino es el conocimiento.” Y este destino, un destino más que halagüeño, es el que se ve amenazado por la candidatura de López Aliaga.
¿No le han oído decir, de buenas a primeras, que los que defendemos el aborto somos unos asesinos? Al parecer, en el imaginario del señor Rafael solo cabe la posibilidad de abortar desde los seis meses. ¿Es que acaso no ha recibido alguna clase sobre el proceso de desarrollo embriológico? ¿Dónde quedan la mórula, la blástula, y la gástrula ? ¿Es posible que alguien tan inteligente como él, tan instruido, no haya escuchado o leído sobre los abortos espontáneos, tan naturales, tan recurrentes, que padece toda mujer, y a las que no llamaríamos asesinas? ¿Es que el tipo no se ha enterado que, con su permiso o sin él, las mujeres seguirán abortando cuando consideren que tener un bebé no está dentro de sus planes? ¿No será que López Aliaga es consciente de todo esto, pero calla, tratando de ajustar la realidad a sus creencias? ¿Podríamos decir que una persona con estas cualidades, nos dará libre paso al conocimiento?
Una persona que esté en contra de la educación sexual en las escuelas tiene el descarado propósito, aunque lo niegue, de censurar toda la información científica. Y no lo digo porque esté alucinando o viendo fantasmas donde no los hay, sino porque alguien con un mínimo de conocimiento en sexualidad sabe que este tema es estudiado no solo por la teología, sino también por la historia, la antropología, la biología, la genética, la psicología, la sociología, las neurociencias, la obstetricia, la medicina y la filosofía. Y los descubrimientos sobre sexualidad en estos campos no siempre se ajustan a la sacralidad que reclama López Aliaga. Son estos descubrimientos los que están en riesgo si este señor gana las elecciones. ¿O es que creen que en un eventual gobierno suyo se difundirá toda la información sexual que permita a nuestros hijos e hijas disfrutar de una sexualidad plena y segura? ¿Creen ustedes que “las escuelas para padres” que propone como solución a este “problema” se basarán en fuentes científicas y no solo en el anacrónico libro hebreo?
Imagínense que un tipo bien adinerado viene y te dice: “De ser presidente no dejaré que nadie enseñe astronomía a tus hijos, pues eso se lo debes enseñar tú”. Y cuando tú le expliques que de astronomía sabes menos que de matemáticas, el señorón reponga: “Entonces llevarás una Escuela de Padres donde te enseñaremos de astronomía, así solucionamos el problema”. ¿Qué pasaría si en la charla para padres uno de los ponentes te dice que la Tierra es el centro del Universo, que el Sol y todos los astros se mueven alrededor de nuestro planeta, e incluso cita Josué 10:13 para sustentar su afirmación? ¿No te indignaría aquella falta a la verdad? ¿No te enojarías que quisieran verte la cara de idiota? Pues eso es lo que nos amenaza: la censura, la mentira, la ignorancia.
Hoy más que nunca necesitamos combatir furibundamente la religiosidad que se inmiscuye de forma subrepticia en nuestra sociedad, pues hoy, más que antes, ésta nos amenaza con volver al poder. Sería ocioso repasar las atrocidades de un gobierno cristianizado, un gobierno que nos obligaría a retomar el crucifijo y el rosario, un gobierno que nos induciría a la genuflexión servil, que no permitiría más respuesta que un “amén”. ¿No creen que Mateo 24:11 es un buen texto para describir estos tiempos? Piénselo.
Huánuco, 17 de marzo de 2021