En primer lugar, no considero que la ansiedad sea una enfermedad, sino más bien una trampa mental. Y en el transcurso de este corto artículo explicaré por qué y qué podemos hacer para librarnos de ella.

  • Si no creo que la ansiedad sea una enfermedad como la cataloga casi todo el mundo es porque, a diferencia de otros males, como la diabetes, el cáncer, la gripe o el SIDA, ésta no tiene un origen netamente fisiológico o físico; es decir, cuando exploramos en el cerebro (que es el sustrato físico de esta condición), a penas y encontramos evidencia de que algo haya sucedido. Es verdad que muchos médicos y psicólogos explican que la ansiedad es el resultado de una marcada activación de la amígdala cerebral, el órgano que controla nuestros estados de alerta y miedo, o de la alteración de ciertos neurotransmisores (como la noradrenalina, la serotonina y el GABA); pero, siendo sinceros, lo único que nos dicen esas "precisiones científicas" es cómo responde el cerebro al estado de miedo, pavor o desesperación; en ningún momento nos dicen qué es lo que lo ha desencadenado. Inclusive algunos especialistas nos tratan de convencer que la ansiedad surge de repente, como por arte de magia: un día estás de lo más bien, disfrutando de la vida y de un momento a otro cae la maldición sobre ti y el pánico te invade. ¿A qué se debe esto? "A tus neurotransmisores. Ese día empezaron a marchar mal". Pues una explicación tan fácil como ésta debería haber provocado tratamientos fáciles; sin embargo, la verdad es que muchos de estos especialistas tienen poco éxito en la rehabilitación de sus pacientes. El mal está tan cerca, la explicación es sencilla, pero derraman mucha tinta en tratar de justificar la ineficacia de sus métodos. O, en el peor de los casos, echan la culpa al paciente de no seguir sus prescripciones. Al final de este texto dejaré algunos enlaces de vídeos, artículos científicos y títulos de libros que darán más luces acerca de la ineficacia de los tratamientos farmacológicos a que han sido sometidos muchos individuos una vez fueron diagnosticados de ansiedad, agorafobia, ataques de pánico o TOC. 

  • Entonces, cuál creo yo que sea la verdadera causa de la ansiedad

Desde mi óptica, y luego de haber leído muchísimos documentos acerca de la ansiedad, he llegado a la misma conclusión de los filósofos estoicos: nuestro diálogo interno, el concepto y la interpretación que tengamos del mundo, o de nuestra situación, suele ser el desencadenante de nuestras crisis emocionales. Por ejemplo, en mi caso, tuve mi primer ataque de pánico porque ya, desde hacía un año más o menos, empecé a temerle a la muerte. A raíz del encierro por la cuarentena y las noticias de los centenares de muertos, comencé a ser más hipervigilante, cualquier estornudo de mi hija, cualquier dolorcillo de mi esposa, encendían las alarmas. Pensaba que las iban a hospitalizar, que enfermarían gravemente, que padecerían y morirían. Durante un año y más fui alimentando esa idea. Me había forjado la creencia de que lo peor que me podía pasar en la vida era perder a mis seres queridos, eso sí me destruiría y yo no tendría las fuerzas para superarlo. Hasta que en el 2022 mi esposa cayó enferma. Me carcomió pensar que la peor de mis pesadillas se hacía realidad. A los días, cuando recibimos su diagnóstico médico me tambaleé emocionalmente. Le dijeron que tenía cervicitis y que debían realizarle una biopsia para descartar cáncer. Las palabras cáncer biopsia empezaron a dar vueltas en mi cabeza. ¡Eso sería lo peor! ¡Eso sí me destruiría! Y al cabo de unos días empecé a sentir que la respiración me faltaba, que el corazón me iba a explotar, que el cuerpo se me adormecía, que me volvería loco o moriría en cualquier momento. Luego, lo demás es historia: semanas de embotamiento, obsesiones, llantos, sentimiento de inutilidad, temores abrumadores por todo, taquicardias, hipocondría, abulia, depresión. Por fin comprendí el vacío que muchos experimentan en estos episodios, las ganas de morir, de dejarlo todo. Luego, cuando comencé a escuchar testimonios de personas en la misma condición, comprendí que había un denominador común. Todos, o casi todos, habían hecho comidilla de un tema en específico: "Lo peor que me podría pasar sería no ingresar a la universidad"; "No soportaría estar sola"; "Me dijo que no me ama y me sentí muy mal", "Tengo miedo de hacer el ridículo", etc. Luego de esos monólogos internos, los ataques de ansiedad, el pánico y las obsesiones se manifestaban en todo su esplendor. Por eso, cuando escuché a Rafael Santandreu decir que para ser ansiosos y depresivos debíamos de esforzarnos bastante, le di la razón. Puede que tengamos una predisposición al alarmismo o al miedo, esto es propio de nuestra especie, pero para desencadenar ansiedad debimos de haber pasado por un cuarto de torturas interno y voluntario. Alguien que quiera rebatir mi argumento puede que apele nuevamente a los neurotransmisores y diga que si la persona empieza a hacer comidilla de una idea es porque algo anda mal en su cerebro, a lo que le respondería que eso es una mala lectura de los hechos. Si no hubiese considerado como terrible la enfermedad de mi esposa, lo más probable es que seguiría con mi vida de lo más normal. Y estoy convencido de esto porque hasta antes de esto mi opinión de la muerte era racional, la consideraba como un fenómeno aceptable; luego, la empecé a imaginar desastrosa. Y si tengo que ir más allá, pues tengo que confesar que solo me atemorizaba la muerte de mi esposa o la de mi hija; la de los otros me tenía sin cuidado. Y lo mismo pueden declarar las personas que pasaron por los estados de ansiedad más intensos. Solo una idea, solo un pensamiento, dirigido hacia algo o alguien, nos atormenta. Lo demás es humo.

  • ¿Cómo podemos salir de este bucle mental? ¿Es posible? 

Lo primero que debes de  saber es que es posible salir de esta trampa psicológica. No le creas a los doctorcitos que te aseguran que este es un mal que te acompañará toda la vida, ni le prestes atención a los profetas que auguran para los ansiosos paros cardíacos, derrames cerebrales o parálisis corporales. Todos y cada uno de esos tipos tratan de ajustar sus teorías a la realidad, sin escuchar al paciente y negando sistemáticamente los testimonios de muchas personas que salieron adelante. Si ya has hecho el largo recorrido por Youtube, Google y has encontrado noticias desalentadoras, pues te pediría que hagas un barrido mental y suprimas cada una de esas aseveraciones que te hicieron más daño que bien. En otras palabras, que todo aquello te importe un bledo. Luego, con ímpetu y convicción, con fe y determinación, entrégate a estos cuatro pasos que te presentaré. Síguelos cueste lo que te cueste; si caes levántate; si recaes, vuélvete a levantar; si piensas que no funciona, manda a rodar tu pensamientos y sigue. Deberás de convencerte desde el primer momento que esta batalla es solo contigo, y que tú no puedes perder contra ti mismo. Si en un inicio te sientes debilitado y sin fuerzas, te aconsejo ir con un psicólogo, pero no cualquier psicólogo, sino uno de orientación cognitivo - conductual. Háblale de estos cuatro pasos y pídele que te oriente. Luego, todo el trabajo será tuyo.

    1. Afrontar: el primer paso suele ser el más complicado, puesto que te exige ir al grano, a tomar al toro por las astas, sin importar lo que podría suceder. En otras palabras, tendrás que entrar al ruedo sin pensar. Entiendo que esto puede tomar su tiempo. No todos quieren ir de frente al matadero, pero en este caso incluso se volverá imperativo. En este paso debemos ir en busca de lo que más miedo nos produce. Si tienes miedo a ir en bus, pues deberás subirte en un bus; si tienes miedo a salir de casa, pues debes de salir; si le tienes pavor a los hospitales, deberás entrar en uno; si le tienes miedo a las alturas, deberás subirte al piso más alto de un edificio. Pero debes hacerlo ya, sin pensar ni postergar. Y si te invaden pensamientos tales como: ¿y si me muero?, ¿y si me vuelvo loc@?, ¿y si pierdo el conocimiento?, ¿y si en lugar de mejorar, empeoro?; pues, o evades esos pensamientos, o los respondes de la forma más directa posible: "Si me muero, me muero"; "Si me vuelvo loc@, pues que me vayan a visitar al psiquiátrico"; "Si pierdo el conocimiento, pues qué más da"; "Si empeoro, empeoro"; inclusive si quieres ser más efusivo podrías utilizar alguna grosería, como por ejemplo: "Me importa una mierda morir". En cualquier caso, incluso si los pensamientos fóbicos te invaden, deberemos de afrontar el temor e ir hacia lo que más pánico nos produce y permanecer ahí el tiempo que sea necesario para entender que aquello realmente no es tan peligroso como habíamos imaginado todo este tiempo.
    2. Aceptar: en este paso, deberás tomar toda tu sintomatología con la mayor calma posible. No importa si tienes muy poca calma. eso ya es suficiente. Cuando vayamos a por todo, nuestro cuerpo protestará y nuestros pensamientos fluirán como un toro loco: sentirás el ahogo, el palpitar intenso de tu corazón, pensarás que esto es un error, dudarás; pero espera, tú no eres tu cuerpo ni tus pensamientos. Tú eres ese tipo o esa mujer que ha decidido hacer algo al respecto. Si estás aquí es porque ya estás cansado de soportar que tus pensamientos y tu miedo jueguen contigo. Ya no quieres tolerarlo, estás harto de que tengan el control. Así que aquí aguantaremos pétreos como una roca, sin importar lo que venga. ¿Ya has aguantado un minuto? Pues vamos por el segundo. ¿Ya estás así media hora? Media más. Debes saber que los que llegaron hasta aquí comentan que al inicio el nivel de ansiedad aumenta, sienten que se descontrolan y que han tomado la peor decisión de sus vidas. Pero si resisten un poco más, al cabo de un par de minutos, su ansiedad disminuye. El cerebro entiende que no estamos ante una amenaza real y empieza relajarse. Así que debemos de ayudarle.
    3. Flotar:  en este tercer paso lo que buscaremos será ayudar a nuestro cerebro a relajarse. Siempre podremos llevar nuestros audífonos, un libro, o quizá un cuaderno para escribir, o podemos hacer cualquier otra cosa que nos permita darle a nuestra mente cierto sentido de tranquilidad. Al inicio, suele costarnos llegar a la relajación, pero con la práctica será cada vez más fácil. Si te apetece puedes practicar alguna técnica de respiración para ayudarte. Cada uno con el paso del tiempo va encontrando su técnica de relajación más eficaz. Así que hay que tomarlo con calma. Aquí no funciona la desesperación. Menos, si luego de unos minutos seguimos ansiosos. Saber que esto va a tomar su tiempo (aceptar) es algo que permite tener paz mental en medio de la tormenta.
    4. Dejar pasar el tiempo: este paso es el que debemos de trabajar más, ya que implica espera. En esta sociedad express, la espera suele ser un inconveniente, pero aquí suele ser la constructora de nuestra personalidad. Ser consciente que no te liberarás de este bucle de la noche a la mañana es una de las verdades que debes asumir desde el inicio. ¿Cuánto tardaré en recuperarme, en salir de este laberinto? La respuesta es: el tiempo que sea necesario. No te apresures, no declines. Cuando hablamos de plazos, solemos esperanzarnos en la fecha y no en nuestras acciones. Pensamos que, si para ese momento no hemos mejorado, entonces ya no tiene sentido continuar. Y eso es lo peor que podrías hacer. Lo que sí te puedo asegurar es que es una lucha de largo aliento, pero reconfortante. Poco a poco irás viendo tus progresos, poco a poco lo que antes te atormentaba ahora es fácil de sobrellevar, inclusive tendrás días de completa paz. Otras veces recaerás, pero cada vez tus recaídas irán espaciándose al punto de desaparecer. Pero, nuevamente: Ten calma, espera, ve paso a paso.

Quizá un paso más que puedo agregar aquí es: cambiar tu forma de pensar. Estos cuatro pasos que te he señalado no son nada si nuestros pensamientos no son los correctos. Y no me refiero al pensamiento positivista, sino al pensamiento realista. Algo como: "Si tiene que pasar que pase, yo puedo salir adelante"; "Nada es tan terrible"; "Esto no me determina"; "La vida es así", etc.

Al transformar tu forma de pensar toda tu vida cambia, tus sentimientos se vuelven tus aliados y la ansiedad va perdiendo terreno. Quizá una de las corrientes de pensamiento que más ayuden a salir de esta encrucijada mental sea la establecida por la filosofía estoica. De acuerdo a sus principios, la única forma para ser felices es aceptando nuestra naturaleza, aceptando lo que ocurra, sin hacernos bolas en la cabeza. Por ejemplo, si te diagnostican una enfermedad, el estoicismo recomienda aceptarla, la enfermedad es un componente natural de la naturaleza. Todos enfermamos. Si llega la muerte, también, porque una parte de la vida es la muerte. Las circunstancias, dice Epicteto (uno de los fundadores del estoicismo), no nos generan preocupación o dolor, sino las cosas que nos decimos acerca de esas circunstancias. Si aceptamos las cosas tal como vienen y no como quisiéramos que fuesen, nuestra actitud y nuestras emociones también se mantendrán en equilibrio.

La ansiedad y la depresión, por otra parte, no son los males del siglo XXI, entre otras razones porque siempre hubo ansiedad y depresión, siempre tuvimos que enfrentarnos a ellas. Pero al deificarlas como desastrosas, terribles y destructivas, le otorgamos un poder que no tienen. No digo que no hagamos nada, sino que las tratemos como nuestros ancestros lo hicieron: con estoicismo, valentía, aceptación y esperando que el tiempo haga su trabajo.



Huánuco, 08 de junio de 2023 


POR SI TE INTERESA 

Los fármacos psiquiátricos hacen más daño que bien: https://elpais.com/elpais/2016/09/20/ciencia/1474391855_558264.html

Sobre los antidepresivos: https://www.youtube.com/watch?v=3zTYosJteJ4&ab_channel=DWDocumental

Crítica a los psicofármacos: https://www.youtube.com/watch?v=hpcAN64InmE&ab_channel=Al%C3%ADciaNinou

Libro "Sin Miedo" de Rafael Santandreu: http://bloodna.mrface.com/?i=B093XVPLGG

Cómo controlar la ansiedad antes de que lo controle a usted: http://www.sinmiedoaconducir.com/descargas/Como_controlar_la_ansiedad_antes_que_esta%20le_controle_a_Ud.pdf