La pornografía es uno de los temas de la sexualidad más controvertidos, equiparable a la masturbación y las parafilias, por lo que muchos investigadores solo la analizan de soslayo, como quien no quiere la cosa; rehúyen evaluarla estética, filosófica o al menos pragmáticamente, y para quedar bien con los demás suelen, al final de su exposición, enumerar los innumerables perjuicios que ésta puede ocasionar a los consumidores y a la sociedad. He intentado ahondar en este tema lo más que el tiempo me ha dejado y para hacerlo más entretenido y orientador para los lectores lo he redactado en forma de preguntas y respuestas. Ojalá algunas de las interrogantes que planteo aquí sean las mismas que muchos se formulan, y cuánto me gustaría que las reflexiones que realice los incentive a ver con otros ojos a una de las expresiones sexuales más vilipendiadas socialmente,

1. ¿Qué entiendo por pornografía?

No me gusta sonar académico ni nada, pero si hemos de ceñirnos a la etimología, la pornografía es todo aquel escrito que trate sobre las prostitutas (porne significa prostituta y graphein, escribir). En ese sentido, cualquier libro, revista, blog, página web, aplicación móvil, etc., que hable de prostitutas sería pornográfico. Sin embargo, en la actualidad, la pornografía y la prostitución han tomado caminos diferentes, por lo que ya no son equiparables. Las mujeres que vemos en revistas, libros o en páginas de internet no son, necesariamente, prostitutas. Si bien cobran por el trabajo que hacen, no tienen relaciones sexuales directamente con los tipos que consumen su contenido. Además, ellas efectúan un trabajo -por decirlo de alguna manera -más artístico, mientras que las prostitutas, para serlo, deben tener acceso carnal con sus clientes. 

Tomando en cuenta lo antes dicho, considero que hay que desechar, para este artículo, dicha definición. Habría que profundizar, en ese caso, en otros elementos que nos permitan reconocer lo que al día de hoy llamamos pornografía.

Cuando yo visito una página pornográfica lo que busco son mujeres totalmente desnudas, que muestren lo que normalmente está vedado: las tetas, las nalgas, las caderas curvilíneas y la vulva. Además, necesito verlas en pleno acto sexual, siendo penetradas y gimiendo de placer. En otras palabras, busco estimularme y encenderme sexualmente con esas mujeres. En ese sentido, estoy de acuerdo con la Real Academia Española, que define a la pornografía como cualquier material que se construye con el fin de causar excitación. Debemos añadir que esa excitación puede terminar en masturbación, coito o simple recreación (l@s más paranoic@s considerarán que también puede terminar en violación o abuso sexual, cuestión que evaluaremos más adelante).

A todo esto, debemos añadir que la pornografía debe ser, en muchos de los casos, transgresora inmoral, es decir, debe romper el statu quo, el paradigma social, lo normal y aceptable. Solo así puede llamar la atención de nuestros sentidos y provocar una ebullición hormonal. (Y por las dudas, aclaro a qué me refiero con transgresora inmoral. Por ejemplo, cuando en una película porno la pareja coge en una avenida muy transitada, eso transgrede todo recato, puesto que están realizando algo totalmente vitando a vista y paciencia de todo el mundo. Y cuando a una chica se la follan solo por el ano, pues eso resulta inmoral, pues la civilización dicta que solo debemos hacer el amor en pose misionera y, en algunos casos, con un sonrojo insoportable, de perrito, pero jamás de los jamases "contranatura". Lo aclaro porque algun@s tip@s pueden creer que al decir transgresora inmoral me estoy refiriendo a la aceptación de la pornografía infantil, el sadomasoquismo, la zoofilia o cualquier representación denigrante.)

Ella debe cumplir con nuestras fantasías, puesto que, en la vida real, en la vida de pareja, casi nunca podremos saciar todos nuestros apetitos. Por ejemplo, en diversos vídeos pornográficos vemos cómo una mujer puede excitarse en cuestión de segundos con solo un roce o con la intrépida demostración de la verga, escena que no es para nada real, obviamente, puesto que, como lo aclara Louann Brizendine, para que una mujer se excite o esté "lista" necesita romance, cariño, conquista y seguridad. Pero pensar que eso sea posible y, sobre todo, verlo, termina por enloquecernos. 

Así que yo entiendo la pornografía como todo aquel material escrito, pictórico, audiovisual, etc., que muestre sexo explícito, transgresor e inmoral, con la finalidad de excitar.

2. Al parecer la pornografía está producida solo para varones. ¿No crees que debería realizarse pornografía femenina?

En general, la pornografía está hecha por nosotros y para nosotros, así que no es de sorprender que en casi todas las escenas ellos tengan el control, dominen a la fémina y la empujen a realizar todo lo que el pito loco quiere. Ahora bien, según Rathus, sí se rodó porno femenino, pero cada vez que se ha intentado comercializarlo fracasa, porque a las mujeres, en promedio, no les excita, como sí a los varones, el sexo explícito. Exton y Rathus anotan algo que a mí me parece interesante, dicen que varones y mujeres responden fisiológicamente igual ante la visualización de material pornográfico (se ruborizan, aumentan la presión arterial, la sudoración, etc.), la diferencia estriba en las sensaciones subjetivas de excitación. Las mujeres tienden a encontrar las escenas románticas más excitantes que las escenas sexualmente explícitas. Para muchas mujeres es difícil relacionarse sexualmente con alguien si no hay de por medio una relación romántica. En cambio, como suscribe la neurocientífica Brizendine, los varones podemos excitarnos con solo ver a una imagen erótica: "Antes de los cuarenta años, un estímulo visual es todo lo que se requiere para que los hombres tengan una erección".  El psicólogo James Rooney observó que los varones aumentamos nuestros niveles de testosterona con tan solo conversar con una mujer, entonces imagínense cómo exudaremos testosterona si vemos a una totalmente desnuda y follando. Eso no les pasa a las mujeres cuando ven hombres calatos y mostrando el miembro viril.

Por esa razón considero que el porno dirigido netamente a mujeres es prácticamente una utopía, pues para excitarlas deberíamos de añadir el cortejo, la estimulación previa, palabras seductoras, caricias tiernas y sensuales, y eso ya no sería pornografía, sino una telenovela erótica, que no está mal, pero que se aparta del principio de la pornografía. Como decía Marco Aurelio Denegri, la pornografía es pura cachería, que se detiene y entretiene en las entrepiernas.

3. Pero olvidas que actualmente el número de mujeres que ven porno ha ido en aumento. ¿Eso no significará que, al contrario de lo que tú argumentas, a las mujeres sí les gusta el sexo duro que se muestran en estos videos?

Sí, lo que dices es asombroso, porque casi siempre estamos viendo a las chicas como unas santas a quienes no les gusta saber de sexo, y menos del sexo duro que se muestra en los vídeos para adultos, pero esos datos estadísticos que mencionas (que, de seguro extrajiste de PornHub, ya que es la única que revela sus estadísticas anualmente) comenta que las mujeres representan el 29% de la población que navegan por sus vídeos. Es un porcentaje curioso, pero no llega ni al 30%. 

Lo que quiero decir es que, por más que miremos por donde miremos, el sexo explícito de la pornografía atrae más a los varones. Para que te des cuenta de lo que te digo. De ese 29% de mujeres que ve porno, podemos distinguir seis grupos etarios con sus respectivas preferencias que van en aumento.

  • De 18 a 24 años prefieren ver Hentai (+81%)
  • De 25 a 34 años: prefieren ver a mujeres tatuadas (+32%)
  • De 35 a 44 años: prefieren la doble penetración (+29%)
  • De 45 a 54 años: buscan videos de maduras (+39%)
  • De 55 a 64 años: prefieren vintage (+78%)
  • De 65 a más: prefiere handjob (+143%)

Y si visitas un momento Pornhub y revisas de qué trata cada una de las categorías, pues te darás cuenta que el Hentai es anime pornográfico, o sea nada que ver con penes, cogidas o fluidos reales. El aumento de vistas de estos videos porno se debe a que muchos de los adolescentes consumen anime, así que son más proclives a preferir este tipo de contenido sexual. Pero inclusive así, los videos animados no se comparan en absoluto al sexo real. Es decir, son menos "grotescos" y pueden verse con menos bochorno. Algo parecido pasa con el handjob, donde lo más explícito que puedes ver es a una tipa sobándole el falo a su pareja hasta que se venga. En esos videos ni siquiera hay penetración, sino puro trabajo manual. Y es sintomático que la categoría que sí tiene un contenido muy transgresor e inmoral, como lo es la Doble Penetración, solo tenga un 29% de preferencia. Y todo esto lo único que revela es que, por más que se quiera forzar y exagerar la data, las mujeres no tienen como prioridad este tipo de contenido ni las fascina.

A veces, esto de comparar si las mujeres hacen lo mismo que los hombres, parece una competencia, como si al decirse "ya ves, nosotras también vemos porno" sintieran que se están empoderando o haciéndose semejantes a nosotros. Si las mujeres miran menos porno que nosotros, pues qué de malo tiene eso, y si los hombres somos más asiduos a esas páginas, qué mérito nos da.

Pornhub ofrece estadísticas, pero no dice por qué ellas ven esos vídeos. Y las pocas veces que se ha podido interrogar a las mujeres respecto a esto, responden que lo hacen para complacer a sus parejas.

4. ¿Por qué crees que a los varones nos gusta tanto la pornografía?

Porque es el único lugar donde disponemos de tantas mujeres como nos es posible. 

En el reino animal, entre los leones, los elefantes marinos, los búfalos y los chimpancés (que son nuestros primos evolutivos), etc., el macho alfa tiene a su disposición varias hembras, e incluso adquieren exclusividad de apareamiento. Los seres humanos somos una especie animal más, y nosotros los varones tenemos inscrito en nuestro ADN la necesidad de relacionarnos con varias mujeres. Ahora bien, de esto no se debe extrapolar que los varones seamos promiscuos por naturaleza o que en cualquier momento sacaremos los pies del plato. Miles de años de coexistencia y de interacción social han forjado nuestra cultura monogámica, la cual aseguró una convivencia más pacífica y estableció lo que Maynard Smtih ha denominado "Estrategia Evolutivamente Estable", que en este caso sería: a mayor compromiso con una sola mujer, mayor seguridad de que mi prole sea genuina y no desgaste energía y recursos en vástagos ajenos. Ya no estamos en las épocas de Mongkut de Siam (que tuvo un harén de aproximadamente 9000 mujeres), o en las de Kublai Khan (que no se quedó atrás y reunió para su deleite un total de 7000 mujeres), o en las del mítico Salomón (con 600 esposas y 300 concubinas), por lo tanto, tampoco estamos en las épocas en las que criábamos hijos ajenos, puesto que, como tenemos muy bien sabido, siempre había oportunistas que se acostaban con algunas de las odaliscas y luego se los achacaban al emperador.

Por decirlo de alguna manera, nuestra necesidad harénica ha tenido que sublimarse en la pornografía. De esa manera, mantenemos nuestra monogamia intacta y al mismo tiempo satisfacemos la primitiva naturaleza. ¿No es eso genial? Las esposas deberían agradecer a la industria pornográfica por fortalecer la fidelidad de pareja y los varones deberíamos de estar orgullosos por haber inventado una forma muy sencilla de ser felices.

Además, con la pornografía saciamos nuestras urgencias eyaculatorias. De acuerdo a Brizendine: "Los estudios indican que, desde la pubertad hasta los veinticinco años, aproximadamente, los hombres necesitan eyacular de una a tres veces diarias". Y continúa: "Los científicos creen que la frecuente estimulación sexual masculina es biológicamente necesaria para que los jóvenes se mantengan fértiles y preparados para practicar el «sexo real» cuando surja la primera oportunidad" (p. 73). Es por eso que, aunque muchos se asombren de la temprana edad en la que púberes comienzan a ver pornografía, es una conducta de lo más esperable. Los púberes aún no tienen la posibilidad de contactar físicamente con alguien, por las restricciones sociales, por su falta de madurez y tantas otras cosas, que acudir a la pornografía es una buena opción. En el caso de los adultos, recurrir a la pornografía permite que disfrutemos del sexo sin la necesidad de nuestra pareja, ya que sabemos que las mujeres no poseen la misma necesidad sexual que nosotros. Ellas pasan por facetas hormonales que les impide cumplir con nuestros impulsos, así que utilizar un material audiovisual para pasar un buen momento (sin serles infieles ni nada) me parece una muy buena alternativa.

A esto agreguémosle que, según la Universidad de Harvard, si deseamos prevenir el cáncer de próstata, debemos eyacular, mínimamente, 21 días al mes, ya que de esta manera expulsamos cualquier vestigio de célula cancerígena de nuestro aparato reproductor. ¿Las damas que nos acompañan estarán totalmente dispuestas a colaborar con nuestra salud y fornicarán con nosotros durante 21 días seguidos? Lo dudo. ¿Y cómo harán los que no tienen compañera? Pues para esos casos está nuestra salvadora, nuestra medicina visual: la pornografía.

Conociendo todas sus bondades a qué varón cuerdo no le gustaría ver pornografía.

5. Es fácil darse cuenta que la pornografía representa, en muchas de sus producciones, escenas de violencia, dominio, y demostración de poder sobre las mujeres. Como si con ella se buscara cosificar a la mujer. ¿Crees, en ese sentido, como Beatriz Ontaneda (2023), Tasia Aránguez (2022), Ana de Miguel Álvarez (2020), Angélica Velasco & Victor Gil (2017), que la pornografía está maleducando a las nuevas generaciones, pues al consumir constantemente este contenido, terminarán por creer que el sexo debe ser en sí mismo violento y denigrante?

Cada vez que mis estudiantes me preguntan por la pornografía suelo decirles que, ante todo, hay que recordar que esas películas son ficticias, forman parte del entretenimiento, algo parecido a las películas de superhéroes, esto es, que por más que tú mires a uno de los actores siendo molido a golpes, a martillazos, quemado por un trueno o atravesado por una lanza alienígena, nunca te creerás que todo eso pasó de veras. Sabes, implícitamente, que la escena ha sido construida en base a un guión, que te ha impactado al punto de provocarte indignación, lástima, pena y frustración, pero que no por eso deja de ser una muy buena actuación.

Eso es lo mismo que pasa en cada vídeo porno: los que lo dramatizan utilizan sus dotes artísticos para materializar un guion. Los gemidos de las chicas parecen reales, la fuerza con la que el chico golpea las nalgas protuberantes hasta enrojecerlas pueden pasar por ciertas, la penetración se nota muy violenta y el chisgueteo final en la cara, los pechos o la boca de la mujer pueden resultar muy intolerables para algunos, pero a pesar de todo lo que crea y sienta el espectador o espectadora, todo es una puesta en escena. Y solo debe juzgársela desde un punto de vista cinematográfico, no moral ni educativo

Que los chicos se crean que todo eso se deba practicar en la vida real, ya no es problema de la peli. Eso lo único que revela es que los padres no los están educando lo suficiente y que están dejando en manos de unas películas entretenidas la orientación de una parte muy importante de sus vidas: la sexualidad. Sería como echarle la culpa a Supercampeones de que nuestro hijo se haya deprimido por no haber podido hacer un tiro con chanfle. 

Y para responder a la primera parte de la pregunta, tengo que anotar que, si la pornografía parece violenta y dominante es por la sencilla razón de que el sexo es agresivo y dominante en sí mismo; lo único que hace la pornografía es exagerar esas características. Y si me preguntan por qué dicha dominancia tiene que ejercerse sobre la mujer, pues la respuesta es, sencillamente, porque la pornografía está hecha, casi exclusivamente, por hombres y para hombres, por lo cual debe ponernos a nosotros como los que tienen el control. Estoy seguro de que, si el público femenino consumiera más pornografía, los directores las pondrían a ellas como las dominantes.

Creo que mucha gente imagina que directores y actores porno se reunieron y acordaron que todas las películas que filmen tendrán el vil objetivo de denigrar la figura femenina, tratarlas como objetos o como esclavas. O sea, han sido capaces de crear una historia conspiranoica, sugestiva y, cómo no, con "enfoque de género". Pero todo eso ya resulta muy imaginativo.

6. ¿En qué te basas para decir que "el sexo es agresivo y dominante en sí mismo"?

Me baso en nuestra propia naturaleza. De acuerdo a la investigación neurocientífica, las zonas cerebrales que se activan cuando tenemos relaciones sexuales son las mismas que se activan cuando tenemos respuestas agresivas. Podrían enumerarse diversas estructuras límbicas, como la amígdala cerebral o el área septal; sin embargo, la zona más relevante para esta relación (descrita así por el neurocientífico David J. Anderson) es una pequeña parte del hipotálamo llamada núcleo ventromedial, la cual se activa durante la agresión y el encuentro sexual. 

La Vanguardia aclara que: "Lo que los investigadores han encontrado allí es un mecanismo complejo e imperfecto de regulación del sexo y la agresividad. Una parte de las neuronas de este núcleo se activa solo en caso de agresión. Otras se activan en caso de apareamiento. Pero hay cerca de un 25% que se activa en ambos casos".

Esto no justifica, claro está, ningún tipo de acto violento en medio de la relación sexual. Puesto que, como aclaran los mismos investigadores, "las neuronas que regulan ambas conductas se inhiben entre ellas: si están activas las del sexo, no pueden activarse las de la agresividad; y, en consecuencia, si están activas las de la agresividad, no pueden estar activas al mismo tiempo las del sexo". Aun así, esto no quita que la expresión de dominio esté vigente en el acto copulatorio. Lo que quiero decir es que, si bien la expresión de agresión está inhibida, su estela no desaparece del todo. Es por esto que es muy común que, en medio del coito,  afloren las lisuras (puta, perra, pinga, coño, chucha, culo, joder, carajo, etc.) y aviven el fuego de la pasión; o que la conducta se vuelva más dominante de lo acostumbrado: él jala de los pelos a la chica, le golpea las nalgas, la besa bruscamente, le frota y chupa las tetas y la penetra con mucha fuerza; ella araña la espalda del tipo, le muerde la oreja, el cuello, gime estridentemente y lo envuelve con sus piernas para que la arremetida peneana sea más profunda.

Y esta conducta, obviamente, no es privativa del ser humano. También nuestros parientes primates tienen una conducta semejante, la cual refuerza la idea de que el sexo es agresivo y dominante en sí mismo.

En su libro El conflicto de los sexos, el Dr. Hugo Liaño describe la conducta sexual del mono rhesus:

El macho del mono también monta por detrás a la hembra, pero la sujeta de una manera que sugiere que la está forzando. El macho engancha con cada pie la pata posterior correspondiente de la hembra, en una especie de presa de lucha que recibe el nombre de double foot-clasp mount o «monta en doble gancho de los pies». Con esta maniobra la hembra queda apresada y no escapa a la siguiente fase de penetración. [...] El doble gancho del mono es sin duda una forma normal de acto sexual que se encuentra en el camino de la agresión, forzamiento o violación de la hembra" (p.58).

Otro ejemplo considerable es el apareamiento de los gatos, el cual está adornado de sonoros maullidos y zarandeos en el techo. A esto debemos de sumarle, para ser fieles a la verdad, que el pene del macho posee entre 100 a 200 espículas (hechos de queratina), las cuales terminarán hiriendo la vagina de la gata, amén que, para la consecuente eyaculación, el macho morderá el lado posterior del cuello de la hembra, combinando dolor y placer.

Un último ejemplo, y para gusto de muchas féminas, es el apareamiento de la mantis religiosa. Los machos que desean copular se acercan tímidamente a la doncella, saben que su cabeza está en juego; aun así, el deseo puede más y termina montándola. Ella, por su parte, no se satisface con el amante timorato, y para poder disfrutar sin cohibiciones ni reparos, lo decapita en seguida, consiguiendo de esa manera dos premios: alimento (pues la hembra engullirá la cabeza del macho) y disfrute sin remilgos (puesto que el cuerpo masculino trabajará autónomamente).

En resumen, el sexo y la agresión son fronterizos y hacen que la unión de los cuerpos sea más interesante.

Ahora: ¿y cómo se relaciona esto con la pornografía? Pues, como ya dije líneas arriba, la pornografía lo único que hace es exagerar este rasgo natural. Que lo hagan bien o mal ya es otro asunto.

7. Al decir que la pornografía es violenta y que a los varones les gusta, muchas personas pueden creer que a los varones les apetece el sexo agresivo, humillante, donde pueden maltratar a la mujer sin ninguna consideración.

El detalle está en que la pornografía es una película para pasar el rato, mientras que el sexo real es una actividad de compromiso, galantería, conquista o al menos una relación de concertación. Yo jamás me imaginaría agarrando a cachetadas a mi esposa en medio del coito, ya que ella se enfadaría mucho y terminaría el asunto inmediatamente. Tampoco fantaseo con follar a mi prima, a mi hermanastra (que no tengo), a la abuela (ya se murieron las dos que tenía), o a la tía de mi amigo (que ya debe de tener entre 50 y 60 años), pero sí que me causa gracia cuando en Pornhub buscas "prima" y te salen unos vídeos muy candentes. Así que decides verlos solo para pasar el rato y hacerte una paja. En el fondo, sabes que esas tías no son primas ni familiares de quienes se las cogen. Todo es un teatrillo.

De acuerdo a lo recogido por Shere Hite (una sexóloga que emuló a Alfred Kinsey, pues hizo el inmenso esfuerzo por recopilar las tendencias sexuales en una gran muestra de varones y mujeres), muchos hombres se sienten a gusto contemplando pornografía; sin embargo, no es que disfruten de todas las películas que ven. Algunas simplemente les parecen simplistas o disparatadas. Estas son las declaraciones de uno de los participantes del estudio de Hite:

Una revista de buena calidad fotográfica está bien. La revista Playboy, que miro a veces, todavía presenta a las mujeres como suaves y deseables. Generalmente, no publica fotos crudas. Algunas de la publicaciones más recientes son repugnantes. ¿Es atractivo ver a una mujer estirándose los labios vaginales hasta el suelo? Estas revistas hacen burla de las mujeres, y no suelo leerlas. [...] La pornografía realmente directa, en la que se representan escenas auténticas de coito, fellatio, etcétera, es agradable. Es agradable, porque, en la mayor parte de los casos, no es cruda. Sin embargo, las películas son auténtica basura. Desde luego, la fotografía es magnífica, y también la acción, pero los actores son horribles. Todo parece demasiado mecánico. Es bueno verlas para excitarse, pero resulta mucho más gratificante una película verdaderamente romántica sin la escena del sexo. Supongo que soy un romántico y no una máquina (p. 835).

Otro entrevistado, consciente de que la pornografía es pura puesta en escena, afirma:

Alguna pornografía está bien hecha; otra, es basura, y entiendo por basura que hace que los participantes parezcan degradados, horribles (p.835).

Uno más, siendo fiel a sus principios, arguye:

No me gusta la introducción de la violencia (sadomasoquismo, etcétera) en pornografía (p. 836).

El problema de fondo, creo yo, es que vivimos en una cultura que prohíbe cualquier expresión sexual que le parece escandalosa. Antes pensaba que esto solo se circunscribía a las mujeres, pero hace poco me di cuenta que la expresión sexual masculina está igual de estigmatizada. Según Nolasc Acarín, esto podría deberse a que los varones no podemos disimular nuestra excitación sexual. Basta un mínimo rose, un mínimo toque, alguna insinuación, o, lo que es peor, solo la vasodilatación diaria, para que nuestro miembro se abulte y anuncie a todo el mundo que no estamos pensando en cosas tan "buenas". Inclusive, esa debe ser la razón por la que en la Biblia se diga tajantemente: "Pero ahora yo te digo que si alguno mira a una mujer con el deseo de tener relaciones sexuales con ella, en su mente ya ha cometido pecado con ella" (Mateo 5:28). ¿Cómo podrían darse cuenta los demás de que deseamos a la vecina, a la amiga, la compañera o a la hermanita de la iglesia? Una buena erección es más que suficiente. 

Y si no es eso, al menos nuestra conducta de obsesos nos pone en la guillotina. No es raro ver a adolescentes poniendo cara de estúpidos cuando pasa una chiquilla bien proporcionada; no es extraño que los adolescentes piropeen o silben a las señoritas que pasan por su lado, o que al menos se queden prendados de su pequeño escote o de las piernas que se promocionan por la escases de tela de la minifalda. No es nada atípico que los chicos hablen de lo buenas que están sus amigas, o de las ganas que tienen de levantarse a una de ellas. Y no es inusual que a los jovencitos se les descubra navegando por páginas de índole sexual. Así también, no es nada infrecuente que se nos tilde de cochinos, pervertidos, depravados, degenerados, corrompidos, viciosos adictos al sexo, por las mismas razones. ¿Y por qué nos tildan de esa manera? Porque para nuestra sociedad el sexo debe ser tácito, implícito, oculto, y las conductas sexuales de los varones, que por lo general suelen ser muy explícitas, rompen el decoro y las buenas maneras. ¿Cómo podríamos estar orgullosos de mirar chicas y sufrir una erección? ¿De verdad crees que es normal masturbarse viendo chicas calatas (recibiendo duro por delante, por detrás o por la boca; con dos, tres o cinco tipos al mismo tiempo; saboreando y libando la leche que sale de un pito grande y venoso) y luego dormir tranquilo como si nada malo hubiera pasado? Los varones estamos jodidos. Nuestra expresión sexual lo está más.

Decir esto, sin embargo, es hablar al vacío, porque nadie se ha preguntado si el hecho de mirar una película porno nos convierte automáticamente en los tipos que están follando, si nos hace partícipes de dichas escenas, o al menos, si al hacerlo asentimos a todo lo que se dramatiza en los videos. Casi todos ignoran que la mayoría de las veces solo vemos esas pelis para entretenernos, para consolar nuestra falta de pareja o porque no hay nada mejor que ver. Es lo mismo que si pusiera Netflix, no siempre me gusta lo que veo, pero lo veo porque sí, porque ya, porque me da la gana, porque quiero aminorar el tedio. ¿Por qué todo lo que hacemos debería de tener un justificación filosófica o moral? ¿Por qué en el hecho de ver coger a otros debería estar implícito una malintencionada acción y no solamente un pasatiempo?

Como refiere uno de los entrevistados por Shere Hite:

He utilizado las fotografías de mujeres desnudas que publican esa clase de revistas para masturbarme mirándolas, imaginando que estaba jodiendo con ellas, y sabiendo al mismo tiempo que no me gustaría relacionarme con ninguna mujer a semejante nivel (p. 839).

8.  Entonces, ¿la pornografía no cosifica a las mujeres, no las reduce a meros objetos sexuales?

Si la pornografía se hiciera a expensas de algunos de sus integrantes, secuestrándolos, obligándolos, amenazándolos, utilizando niños para su producción o, para no ir muy lejos, eludiendo deberes como el pago de servicios, entonces, sí estaría incurriendo en la cosificación, puesto que, para alcanzar sus fines, se estaría deshumanizando a los participantes y negándole los derechos más fundamentales. Sin embargo, todo esto está más ligado con la trata de personas que con la pornografía per se. Y hasta donde tengo entendido nuestras leyes condenan la trata de personas y todo lo que de ella resulte, esto es, prostitución, trabajos forzados, tráfico de órganos, pornografía infantil, etcétera (Ley N° 28950). Si la pornografía de la que venimos hablando se produjera a través de estas modalidades, sería un crimen y debería ser juzgada. Ese es el caso de la pornografía infantil, en la cual se graban a niñ@s manteniendo relaciones sexuales con tipejos (o a veces, hasta con sus propios padres) para luego comercializar los videos a través de la darknet. Esta clase de pornografía (que yo llamaría violación, porque no hay ni puede haber consentimiento de los menores de edad) es, por supuesto, y con justa razón, perseguida y condenada (Artículo 183-A, de la Ley N° 28251).

Esto no sucede en la pornografía en general y, conscientes de ello, no existen leyes que prohíban la producción o visualización de la misma. Claro, en países como Alemania, Italia y Reino Unido, existen regulaciones para evitar el acceso de menores de edad a dicho contenido a través de la red, pero no existe censura para lo que con ella haga un mayor de edad. Y la razón es simple: mientras los protagonistas, mayores de edad, consientan ser filmados teniendo relaciones sexuales (de acuerdo al guion que se les proponga) y autoricen que esos videos se comercialicen para obtener de ello un ingreso económico; y, mientras los consumidores, también (e idóneamente) mayores de edad, ingresen por cuenta propia o permitan que alguien se la muestre, con el fin que ellos consideren justificable (pasar el rato, fantasear, excitarse, masturbarse, etc.), no hay ningún problema ético ni moral, no existe degradación ni envilecimiento ni menos cosificación de ningún tipo. Entre otras cosas, porque al vivir en un estado de derecho, tenemos la libertad de dedicarnos al trabajo que deseamos y al pasatiempo que nos parezca más agradable.

Ahora, que grupos moralistas y feministas se indignen porque interpretan que una mujer bien abierta de piernas está siendo cosificada, pues sirve de objeto lujurioso para los hombres, es solamente una cuestión de interpretación, y por más que quieran nosotros no somos culpables de las especulaciones de los demás, por más absurdas, conspiranoicas y alucinantes que estas sean.

Creo que, en el caso de la pornografía, pasa lo mismo que con todo el campo del conocimiento: cuanto más ignoramos, más veneno soltamos. La gente que nunca ha leído o visto las entrevistas que se han hecho a los actores y actrices de esta industria, y, en todo caso, los que jamás han visto el número de videos como el que esto escribe, y (ya no se diga), ni siquiera han leído un estudio científico o un libro sobre el tema, son los primeros en decir que la pornografía es una bazofia perversa, degradante y denigrante, principalmente de la figura femenina. ¿Y en qué se basan sus afirmaciones? En la simple intuición. Pasan del "yo creo que la pornografía degrada la moralidad y destruye las buenas costumbres" a "la pornografía degrada la moralidad y destruye las buenas costumbres". Dan un salto olímpico al quitar las tres primeras palabras de la oración y se sienten filósofos o científicos por semejante hazaña. ¿Los podemos rebatir? Imposible, puesto que para ellos sus verdades son absolutas y aunque les muestres estadísticas, resultados de estudios, conclusiones de libros, o las declaraciones de los actores porno, las más de las veces responden apelando a sus ideologías: "¡Dios dice!", "¡Simone de Beauvoir dice!", "¡Yo digo!", o en todo caso, y llegando a la bajeza intelectual, se lanzan con diatribas dirigidas hacia tu persona: "El pornógrafo", "el obsceno", "el machirulo", etc.

No entiendo en qué sentido se cosificaría a una mujer que, por propia voluntad, desea participar del elenco de grabación. Nadie las obliga ni las fuerza, ellas deciden hacerlo por cuenta propia. Puede que algunas terminen grabando su primera escena por el aliciente de su pareja, o por un apuro económico, pero luego de la primera experiencia, según relatan muchas de ellas, la cosa les parece genial y la vuelven a repetir una y otra vez. Ganan buena cantidad de dinero y, además de eso, se la pasan bien con la jodienda. 

Claro, una cosa es esta realidad y otra es la que imagina la gente. Muchos creen que las más de las actrices porno deben tener problemas emocionales, de adicción a sustancias, o deben de haber sufrido abusos sexuales en la niñez, o, en el peor de los casos, que han sido engañadas por el diablo o el sistema para rebajarse a ser un mero objeto sexual. Sin embargo, cuando oigo a Marina Gold, Amarna Miller, Valeria Fuentes, Mary Rock, Valentina Bianco y un largo etcétera, no encuentro nada de lo que el prejuicio o estereotipo dictan. Ellas no pertenecieron a una familia de delincuentes o abusadores, no padecieron de abusos sexuales, nadie las forzó a trabajar en el mundo del sexo, nadie las secuestró y las sometió a vejámenes, sino más bien todo lo contrario, su vida no parece muy alejada a la de una mujer empresaria, dueña de sí misma, que se ha ido construyendo a base de esfuerzo y dedicación, que trabajan varias horas al día haciendo lo que les gusta y construyendo un proyecto de vida con el recurso que la fortuna les ha dado: su cuerpo.

Considero, más bien, que son chicas con mucha seguridad, al menos superior al promedio; entre otras cosas, por la libertad que tienen para mostrarse desnudas ante cámaras, sabiendo que mucha gente las verá. No les avergüenza su peso, su talla, el color de su piel o su trabajo, pese a que esta ocupación acarrea, ineludiblemente, estigma social. Son de las guerreras que deberían tener una estatua o al menos un retrato en el Ministerio de la Mujer, de las que se deberían poner como ejemplo en los libros sobre empoderamiento feminista, de las que se debería celebrar un día internacional.

Otro punto muy importante en medio de este jolgorio, es la invisibilización masculina dentro del debate pornográfico. A la gente le parece que los varones la pasan muy bien grabando escenas de sexo, pues en sus seseras, el culmen de la autorrealización varonil es meter y sacar la verga de un coño durante todo el día. Ignoran que el punche que hay que ponerle para mantener una erección por cuarenta minutos o una hora, no es tarea sencilla, además que hay que rodar, en un día ajetreado, tres o cuatro películas. ¿Cómo hacen ellos para mantener la libido intacta? Algunos recurren a pastillas vasodilatadoras y otros, los más talentosos, a su puro profesionalismo y voluntad. ¿Pero habrá alguien que se pregunte si a estos tipos no les dolerá el pito después de tanto uso? ¿Habrá alguien que se pregunte si los tipos no habrán sufrido eyaculaciones accidentales (con gran vergüenza para ellos, obviamente) y luego habrán perdido minutos valiosos de grabación? ¿Alguien al menos considerará si todas las chicas con las que graban serán de su agrado o al menos poseerán el sexapil para excitarlo? Jordi El Niño Polla cuenta que, en una ocasión, tuvo que grabar con una tipa que no se había lavado el culo. Cuando él se acercó a lamerle la concha, sintió el desagradable olor y no pudo evitar sentir asco. Jordi tuvo que ir presuroso al baño a vomitar y luego regresó, estoico, para continuar con la grabación.

Y si hablamos de cosificaciones, al parecer, en esta industria, los varones son los más cosificados, puesto que, en muchos casos, ni siquiera se les poncha la cara. Del actor porno solo interesa el miembro erecto y cómo este instrumento pone a gozar a la mujer, a quien sí representan completamente, dándole toda notoriedad y realce. Dice Virginie Despentes en Teoría King Kong:

Si observamos una película porno heterosexual, siempre es el cuerpo femenino el que resulta valorizado, es el que es mostrado, es el cuerpo que cuenta para producir un efecto. No se pide lo mismo de un actor porno, se le pide que se empalme, que se agite, que saque su esperma. El espectador de una película porno se identifica sobre todo con la actriz, más que con el protagonista masculino. Del mismo modo en que en cualquier otra película nos identificamos espontáneamente con el personaje valorizado (p. 85).

Podríamos usar esto para atacar a la industria del porno, para elaborar discursitos sobre lo mal que lo pasan los actores, pero creo que, al final, terminaríamos hablando de lo mal que están los trabajos en la sociedad, más que de la pornografía misma. O, en todo caso, terminaríamos riendo y resignándonos porque todo esto, pese a quien le pese, son gajes del oficio.

Antes de pasar a la siguiente pregunta, quiero citar las declaraciones de cuatro actrices porno (aunque podría citar muchas más) y con ello quiero demostrar que para nada se sienten cosificadas; es más, en algunos casos, como verán, las damitas reflexionan y critican la hipocresía de la gente que desprecia la pornografía.

Nuria Millán: "Hago porno porque me gusta, porque lo disfruto, porque la gente se lo pasa bien, yo también y ya está. Siempre lo he dicho, que cuando me canse del porno, cuando ya no lo disfrute, es cuando terminaré de hacerlo".

Valeria Fuentes: "Yo tenía un concepto totalmente diferente del porno. Lo veía una cosa como más sucia, donde las chicas realmente no disfrutaban, estaba todo montado, llegabas y pim-pam. Todo muy oscuro y, cuando me he dedicado a esto, ha sido todo lo contrario. Me he encontrado con gente súper amable, súper respetuosa, con mucha más educación de la que me he encontrado en otros trabajos. Siempre pendiente de que estés bien, de que te encuentres bien, que todo esté a tu gusto… Para mí eso es súper importante y me ha sorprendido. Entonces es algo que he intentado mejorar durante este tiempo, el no juzgar las cosas sin conocerlas. Luego, a nivel sexual soy una persona que, muy fogosa, muy morbosa, pero decir guarradas normalmente como que me daba vergüenza. Pues lo que antes decía al oído, así como a escondidillas, ahora lo suelto por la boca. La verdad es que me he soltado más en eso y me gusta. Versión mejorada".

Mary Rock: "Me gusta hablar con mis fans. Cuando estoy aburrida comienzo a hablar con ellos, me hago fotos, pasamos el rato. Es como si necesitara estar en contacto con alguien para sentirme bien, mejora mi estado de ánimo. Empezamos en Onlyfans o Instagram y charlamos sobre todo en general, fútbol o cualquier cosa. Me gusta saber cosas interesantes sobre ellos, si viajan, tienen perros, gatos, familia… Para mí es como una escuela. Amo esta parte de mi trabajo. Me gusta hacer feliz a la gente. Una vez hice el juego de la ruleta rusa y salió que el premio sería follar con un fan. Cuando nos reunimos en el hotel y puse a grabar el vídeo, ¡nunca había visto a una persona tan feliz en mi vida!".

Valentina Bianco: "Yo trabajo con actores y con creadores de contenido, no tengo problemas con nadie. Lo que me pica un poco es que ahora hasta la vecina de al lado -que no produce contenido para adultos- tenga página en OnlyFans haciendo topless. No me molesta por la chica o el chico que lo haga, me molesta por el concepto que la sociedad siempre ha tenido de nosotros. Nos han tratado siempre como basura, como gente con problemas mentales, psicológicos, de drogas… Somos lo peor de lo peor, la sociedad nos ha repudiado y nos sigue repudiando, y ahora de repente todo el mundo se puede hacer OnlyFans. La sociedad acepta eso de alguna manera, pero ¡sigue hablando mierda de nosotros! Me parece muy injusto porque realmente OnlyFans lo que ha hecho es abrir el tema de contenido para adultos a un público tan vasto -no solamente de espectadores, sino de personas que lo producen- que es súper interesante porque es como un cambio social. OnlyFans ha creado un cambio social y no se puede negar. Lo que me molesta es que nosotros seguimos siendo la mierda de la mierda. Nos siguen reportando las cuentas -hay chicos o chicas que siguen perdiendo la cuenta de Instagram porque son actores o actrices conocidas- y eso no le pasa tanto a la ‘influencer’. A mí me han reportado una foto comiendo un trozo de pizza en Instagram y yo he visto a chicas enseñando el potorro y no les pasaba nada. Ahora todo el mundo está más afectado, pero al principio era alucinante porque esto te demostraba que Instagram, por ejemplo, tenía como una agenda".

9. ¿Identificas alguna desventaja, problemática o inconveniente en la pornografía?

Todas las camisas con las que se viste la humanidad tienen imperfecciones y, especialmente, la pornografía está teñida de inconvenientes muy peliagudos, pero no del tipo que imaginan muchas personas, como ya mencioné líneas arriba, sino de un cariz diferente. 

He tratado de recopilar (de boca de quienes pertenecen a la industria o, son expertos en el tema) las aristas que mayor atención merece el contenido para adultos y hasta qué punto puede afectar la vida de quienes la producen y consumen.

 a. La industria del porno no cuenta, al día de hoy, con un marco legal, no solo que regule su producción, comercialización o consumo, sino que al menos vele por los derechos de los trabajadores. De acuerdo a Amarna Miller, si una actriz porno sufriera abusos por parte de una productora, ella no tiene ninguna ley en la cual ampararse para presentar una queja o denuncia, así que lo único que puede hacer es tratar de aprender de su experiencia y estar muy avispada para que algo así no le vuelva a ocurrir.

Además, esto fomenta la informalidad, ya que los contratos de trabajo se realizan por un acuerdo de boca a boca, sin respetar los beneficios laborales que todo trabajo digno merece: gratificaciones, CTS, seguro social, participación en laS utilidades de la empresa, vacaciones, etc. Con lo cual, si bien muchas productoras no incurren en el agravio de sus trabajadores, tampoco tendrían que rendir cuentas si alguna vez lo hicieran. Y ha ocurrido que, productoras fraudulentas, aprovechándose de la necesidad económica de actores y actrices, los contratan, graban varias escenas y, al final, se hacen humo o les niegan el pago. ¿A quién acuden? No hay una entidad que luche por ellos.

 b. No existe seguridad laboral, al menos no hasta que alcances cierta notoriedad. Pasa lo mismo que cuando inicias cualquier trabajo: si tienes suerte, te topas con una empresa que valora tu trabajo y se ajusta a tus expectativas, de lo contrario tendrás tú que ajustarte a lo que el mercado exige para mantenerte laborando. Por eso, una de las quejas de l@s principiantes es que para hacerte valer y no perder una oferta de grabación, tienes que acomodarte a lo que el guion te sugiera. Si el guion pide sexo anal, trío, doble penetración, meadas, etc., tendrás que hacerlo pese a que a ti esas escenas francamente no te agradan. Claro, previo al video, uno firma un consentimiento informado, pero es lo mismo que nada, ya que, si bien estás en libertad de no firmar e irte, tácitamente la presión de perder dinero te obliga a hacerlo. Ante esto existe una salida: trabajar independientemente; pero solo algun@s se atreven a iniciar tamaña aventura, puesto que no es tan fácil como parece. La única tarea que tenías que ejecutar al actuar para una cámara, se multiplica por cien porque ahora tú mism@ tienes que encargarte del set, de la filmación, edición, auspicios, venta, difusión en redes, etc. Quien esté segur@ de asumir ese reto, pues que se ajuste bien los pantalones. (A pesar de todo, esto no solo se ciñe solo al trabajo pornográfico. Al menos en el Perú, las empresas, sean privadas o públicas, formales e informales, siempre te recuerdan que eres prescindible. Si no te ajustas a la ideología del jefe, si no quieres hacer horas extra ad honorem, sino cumples funciones que no te competen, si reclamas o no le caes bien a lo amiguitos del jefe, pues te echan y punto. Así que, obligatoriamente, te tienes que volver un lamebotas o un trabajador independiente si quieres tener una suerte de seguridad laboral. Así que este punto desfavorable de la pornografía que acabo de anotar, es realmente un problema laboral en sí, solo que la pornografía también la padece.)

 c. Pese a que el estereotipo dice que todos los varones la pasan bien filmando porno, la verdad es que, de acuerdo a sus propios testimonios (las de Nacho Vidal y Jordi ENP, para poner solo dos ejemplos), no siempre encajas con todos tus compañeros de trabajo. Es que, al final de cuentas, estás tratando con otros seres humanos, y eso en ninguna parte ha sido fácil. Muchas veces se tiene que soportar la incompetencia de los actores que recién están iniciando o la falta de higiene, y eso no facilita hacer match. Otras veces, la envidia genera rumores que dañan el prestigio de una actor o actriz con la consecuente pérdida de empleo. Obviamente, lo mismo les pasa a las mujeres, puesto que no siempre se topan con un maestro del sexo, y tienen que tolerar, mal de su grado, el coito doloroso o aburrido.

 d. De acuerdo a Virginie Despentes, uno de los lastres que acarrea consigo la industria del porno es que la sociedad te niega el derecho de producir cualquier otra cosa que no sea pornográfico. Es decir, una vez que el público te ha visto comiéndote una tremenda polla, o te ha visto dándole duro a unas cuantas mujeres, considera que para lo único que sirves es para coger. Para los demás, no puedes ser más que un producto de excitación. Las actrices se llevan la peor parte, por supuesto, pues en casa, en el barrio o en el nuevo trabajo en el que desea incursionar, no falta algún idiota que le recuerde las escenitas y piense que a ellas eso las pone cachondas. A esto se añade, complementariamente, que las empresas pornográficas no le otorgan a los actores y actrices el derecho de controlar su imagen una vez deciden retirarse de la industria. No es que tod@s quieran que sus videos se borren, pero habrá quienes sí, así que para ell@s debería haber esa posibilidad. Por el momento no la hay, así que lo único que queda es seguir el consejo que Jordi ENP dio a todo aquel que desea entrar en el mundo del porno, esto es, que, antes de hacerlo tienes que pensártelo mucho, pues una vez que subas el video no podrás borrarlo nunca, así que si alguien piensa ser abogado, político, doctor, o lo que sea, es mejor salir del apuro económico haciendo otra cosa; en cambio, si has pensado que el porno es lo tuyo y te apasiona mucho, pues dale sin miedo y que la bendición de Dios te acompañe.

 e. Si trabajas en una carpintería es muy probable que, en algún momento, pese a que seas muy cuidadoso, te cortes la mano. Lo mismo pasa en el porno ya que parece una regla general que, en algún momento, contraigas una ITS. No es algo perturbador, evidentemente, puesto que las ITS están a la orden del día en cualquier relación sexual y en la mayoría de los casos basta un corto tratamiento para eliminar al patógeno. El detalle se encuentra en la masividad. Cuando un trabajador contagia a otro es muy probable que la infección se esparza con mayor celeridad, puesto que la actividad de los huéspedes es idónea para la proliferación. Por eso, según declaran Nacho Vidal y Amarna Miller, cada quince días, a todos los trabajadores, se les realizan descartes de hepatitis A, B y C, herpes, clamidia, sífilis, VIH, etc.; y si por mala suerte se detecta un positivo o falso positivo, todas las productoras se bloquean. A pesar de esto, nada evita que la infestación se produzca y se ponga en peligro la vida de los actores. 

En 2019, por ejemplo, el famosísimo actor porno Nacho Vidal, quien aseguró haberse contagiado cincuenta veces de gonorrea y clamidia, contrajo el síndrome de Reiter artritis reactiva, una enfermedad autoinmune que lo tuvo postrado en cama por casi tres meses y lo terminó retirando por completo de la industria cinematográfica. La pregunta que me surge al respecto es: si bien la enfermedad que padece Nacho no siempre se expresa en quien lo porta, o, en el peor de los casos, se termina desarrollando después de varios años, en todo ese tiempo que él tenía sexo con las actrices y con sus propias parejas en el ámbito privado, ¿a cuántas personas habrá transmitido dicho mal? Al menos yo no encontré ninguna información que responda a mi pregunta.

f. La pornografía es la primera fuente de educación sexual de muchos niños y adolescentes. Detalle que es responsabilidad directa de la falta de educación sexual integral en casa, la cual recae por completo en los padres. Algo de razón tienen las feministas al decir que no es nada grandioso que la pornografía sea el instructor primario (y a veces exclusivo) de nuestros hijos en materia sexual, lo mismo que no sería nada beneficioso que los chicos aprendan a interrelacionarse con los demás viendo La Rosa de Guadalupe. Los menores requieren orientación y explicación, más si se refiere a un ámbito de la vida que siempre está vigente en ellos y que producirá curiosidad a medida que vayan creciendo. Negarse a hablar de sexo con nuestros hijos solo genera misterio, y, como advertía Bertrand Russell, el peligro de que busquen información por doquier, a expensas de creer cosas que no se ajustan a la realidad o caer en manos de gente insana que lo único que quiere es aprovecharse de la ignorancia y los tabúes sexuales.

Lo idóneo sería que, cuando un chaval se tope por primera vez con este contenido, ya sepa al menos lo más básico sobre cómo se fabrica un bebé, y considerando que, en estos últimos años cada vez más el rango de edad con la que los menores se topan con la pornografía va descendiendo, lo mejor sería que hablemos con nuestros hijos lo más pronto posible. Así aseguramos que el adolescente no crea que el sexo es lo que ve en el celular ni piense que hay que imitar en todo a los videos. Puede que lo vea y le guste y pase su tiempo en ella, pero con la vacuna del conocimiento. 

El problema está en que los padres no quieren hablar de sexo con sus hijos y quieren prohibir la pornografía, para así deslindarse de compromiso. Solo que al hacer eso están negando la realidad, intentando tapar el Sol con un dedo. La pornografía está en la red y cualquiera puede acceder a ella, por voluntad propia, por recomendación de un compañero y hasta por puro accidente. Además, como he tratado de explicar a lo largo de este texto, la pornografía no es mala ni perversa, solo la reproducción ficticia de nuestras fantasías sexuales, así que vetarla no es la respuesta, sino evitar que se vuelva el instructor personalizado de nuestros encuentros amorosos.

Pero pedir esto a los padres es como pedir peras al olmo, una tarea titánica y mal entendida; sin embargo, son los primeros en gritar como salvajes cuando docentes, psicólogos y tutores tratamos de hablar del asunto con sus hijos. Vaya hipócritas.


10. ¿Qué opinas de OnlyFans?

Creo que es una de las formas más seguras de hacer pornografía de los últimos años, ya que ofrece autonomía a los creadores de contenido, permitiéndoles ofertar el menú de videos y fotografías sin imposiciones ni arbitrariedades, además de la posibilidad de generar ingresos económicos dependiendo de la propia habilidad y empeño. 

Tasia Aránguez lo denomina la "uberización de la pornografía", y no se equivoca, ya que en OnlyFans no existen más intermediarios que tú y tus suscriptores. En lo que no concuerdo con ella, es en considerarlo proxenetismo, porque, aunque la plataforma cobra el 20% de lo recaudado por los usuarios, no coacciona, obliga y ni siquiera dicta lo que se tiene que producir. Solo cobra, como decimos los peruanos, su derecho de piso. Un proxeneta abusa, explota y vive a costa del trabajo de otros, mientras que OnlyFans jamás han hecho eso (y los más de sus críticos no ofrecen una prueba de lo contrario). Así que, si alguien desea iniciar sus escarceos en este negocio, OnlyFans es una plataforma confiable. 

Ahora bien: que la plataforma tiene muchas cosas que mejorar es indiscutible, sobre todo sus controles para evitar que menores de edad se generen un perfil; por lo demás, sería cuestión de seguir observando detenidamente, y con el tiempo hacer una reflexión más profunda de sus implicancias, imperfecciones o, incluso, virtudes.



                                                                                                         Huánuco, 22 de diciembre de 2024