La
pornografía es uno de los temas de la sexualidad más controvertidos,
equiparable a la masturbación y las parafilias, por lo que muchos
investigadores solo la analizan de soslayo, como quien no quiere la cosa; rehúyen
evaluarla estética, filosófica o al menos pragmáticamente, y para quedar bien
con los demás suelen, al final de su exposición, enumerar los innumerables
perjuicios que ésta puede ocasionar a los consumidores y a la sociedad. He
intentado ahondar en este tema lo más que el tiempo me ha dejado y para hacerlo
más entretenido y orientador para los lectores lo he redactado en forma de
preguntas y respuestas. Ojalá algunas de las interrogantes que planteo aquí
sean las mismas que muchos se formulan, y cuánto me gustaría que las
reflexiones que realice los incentive a ver con otros ojos a una de las
expresiones sexuales más vilipendiadas socialmente,
1. ¿Qué entiendo por pornografía?
No me gusta
sonar académico ni nada, pero si hemos de ceñirnos a la etimología, la
pornografía es todo aquel escrito que trate sobre las prostitutas (porne significa
prostituta y graphein, escribir). En ese sentido, cualquier libro,
revista, blog, página web, aplicación móvil, etc., que hable de prostitutas
sería pornográfico. Sin embargo, en la actualidad, la pornografía y la
prostitución han tomado caminos diferentes, por lo que ya no son equiparables.
Las mujeres que vemos en revistas, libros o en páginas de internet no son,
necesariamente, prostitutas. Si bien cobran por el trabajo que hacen, no tienen
relaciones sexuales directamente con los tipos que consumen su contenido.
Además, ellas efectúan un trabajo -por decirlo de alguna manera -más artístico,
mientras que las prostitutas, para serlo, deben tener acceso carnal con sus
clientes.
Tomando en
cuenta lo antes dicho, considero que hay que desechar, para este artículo,
dicha definición. Habría que profundizar, en ese caso, en otros elementos que
nos permitan reconocer lo que al día de hoy llamamos pornografía.
Cuando yo
visito una página pornográfica lo que busco son mujeres totalmente desnudas,
que muestren lo que normalmente está vedado: las tetas, las nalgas, las caderas
curvilíneas y la vulva. Además, necesito verlas en pleno acto sexual, siendo
penetradas y gimiendo de placer. En otras palabras, busco estimularme y encenderme sexualmente
con esas mujeres. En ese sentido, estoy de acuerdo con la Real Academia
Española, que define a la pornografía como cualquier material que se construye
con el fin de causar excitación. Debemos añadir que esa excitación puede
terminar en masturbación, coito o simple recreación (l@s más paranoic@s
considerarán que también puede terminar en violación o abuso sexual, cuestión
que evaluaremos más adelante).
A todo
esto, debemos añadir que la pornografía debe ser, en muchos de los casos, transgresora e inmoral,
es decir, debe romper el statu quo, el paradigma social, lo
normal y aceptable. Solo así puede llamar la atención de nuestros sentidos y
provocar una ebullición hormonal. (Y por las dudas, aclaro a qué me refiero
con transgresora e inmoral. Por ejemplo,
cuando en una película porno la pareja coge en una avenida muy transitada,
eso transgrede todo recato, puesto que están realizando algo
totalmente vitando a vista y paciencia de todo el mundo. Y cuando a una chica
se la follan solo por el ano, pues eso resulta inmoral, pues la
civilización dicta que solo debemos hacer el amor en pose misionera y, en
algunos casos, con un sonrojo insoportable, de perrito, pero jamás de los
jamases "contranatura". Lo aclaro porque algun@s tip@s pueden creer
que al decir transgresora e inmoral me estoy
refiriendo a la aceptación de la pornografía infantil, el sadomasoquismo, la zoofilia
o cualquier representación denigrante.)
Ella debe
cumplir con nuestras fantasías, puesto que, en la vida real, en la
vida de pareja, casi nunca podremos saciar todos nuestros apetitos. Por
ejemplo, en diversos vídeos pornográficos vemos cómo una mujer puede excitarse
en cuestión de segundos con solo un roce o con la intrépida demostración de la
verga, escena que no es para nada real, obviamente, puesto que, como lo aclara
Louann Brizendine, para que una mujer se excite o esté "lista"
necesita romance, cariño, conquista y seguridad. Pero pensar que eso sea
posible y, sobre todo, verlo, termina por enloquecernos.
Así que yo
entiendo la pornografía como todo aquel material escrito, pictórico,
audiovisual, etc., que muestre sexo explícito, transgresor e inmoral, con la
finalidad de excitar.
2. Al parecer la pornografía está producida solo para varones. ¿No crees
que debería realizarse pornografía femenina?
En general,
la pornografía está hecha por nosotros y para nosotros, así que no es de
sorprender que en casi todas las escenas ellos tengan el control, dominen a la
fémina y la empujen a realizar todo lo que el pito loco quiere. Ahora bien,
según Rathus, sí se rodó porno femenino, pero cada vez que se ha intentado
comercializarlo fracasa, porque a las mujeres, en promedio, no les excita, como
sí a los varones, el sexo explícito. Exton y Rathus anotan algo que a mí me
parece interesante, dicen que varones y mujeres responden fisiológicamente
igual ante la visualización de material pornográfico (se ruborizan, aumentan la
presión arterial, la sudoración, etc.), la diferencia estriba en las sensaciones
subjetivas de excitación. Las mujeres tienden a encontrar las
escenas románticas más excitantes que las escenas sexualmente explícitas. Para
muchas mujeres es difícil relacionarse sexualmente con alguien si no hay de por
medio una relación romántica. En cambio, como suscribe la neurocientífica
Brizendine, los varones podemos excitarnos con solo ver a una imagen erótica:
"Antes de los cuarenta años, un estímulo visual es todo lo que se requiere
para que los hombres tengan una erección". El psicólogo James Rooney
observó que los varones aumentamos nuestros niveles de testosterona con tan
solo conversar con una mujer, entonces imagínense cómo exudaremos testosterona
si vemos a una totalmente desnuda y follando. Eso no les pasa a las mujeres
cuando ven hombres calatos y mostrando el miembro viril.
Por esa
razón considero que el porno dirigido netamente a mujeres es prácticamente una
utopía, pues para excitarlas deberíamos de añadir el cortejo, la estimulación
previa, palabras seductoras, caricias tiernas y sensuales, y eso ya no sería
pornografía, sino una telenovela erótica, que no está mal, pero que se aparta
del principio de la pornografía. Como decía Marco Aurelio Denegri, la
pornografía es pura cachería, que se detiene y entretiene en las entrepiernas.
3. Pero olvidas que actualmente el número de mujeres que ven porno ha
ido en aumento. ¿Eso no significará que, al contrario de lo que tú argumentas,
a las mujeres sí les gusta el sexo duro que se muestran en estos videos?
Sí, lo que
dices es asombroso, porque casi siempre estamos viendo a las chicas como unas
santas a quienes no les gusta saber de sexo, y menos del sexo duro que se
muestra en los vídeos para adultos, pero esos datos estadísticos que mencionas
(que, de seguro extrajiste de PornHub, ya que es la única que revela sus
estadísticas anualmente) comenta que las mujeres representan el 29% de la
población que navegan por sus vídeos. Es un porcentaje curioso, pero no llega
ni al 30%.
Lo que
quiero decir es que, por más que miremos por donde miremos, el sexo explícito
de la pornografía atrae más a los varones. Para que te des cuenta de lo que te
digo. De ese 29% de mujeres que ve porno, podemos distinguir seis grupos
etarios con sus respectivas preferencias que van en aumento.
- De 18 a 24 años prefieren ver Hentai
(+81%)
- De 25 a 34 años: prefieren ver a mujeres
tatuadas (+32%)
- De 35 a 44 años: prefieren la doble
penetración (+29%)
- De 45 a 54 años: buscan videos de maduras
(+39%)
- De 55 a 64 años: prefieren vintage (+78%)
- De 65 a más: prefiere handjob (+143%)
Y si
visitas un momento Pornhub y revisas de qué trata cada una de las categorías,
pues te darás cuenta que el Hentai es anime pornográfico, o sea nada que ver
con penes, cogidas o fluidos reales. El aumento de vistas de estos videos porno
se debe a que muchos de los adolescentes consumen anime, así que son más proclives
a preferir este tipo de contenido sexual. Pero inclusive así, los videos
animados no se comparan en absoluto al sexo real. Es decir, son menos
"grotescos" y pueden verse con menos bochorno. Algo parecido pasa con
el handjob, donde lo más explícito que puedes ver es a una tipa sobándole el
falo a su pareja hasta que se venga. En esos videos ni siquiera hay
penetración, sino puro trabajo manual. Y es sintomático que la categoría que sí
tiene un contenido muy transgresor e inmoral, como lo es la Doble Penetración,
solo tenga un 29% de preferencia. Y todo esto lo único que revela es que, por
más que se quiera forzar y exagerar la data, las mujeres no tienen como
prioridad este tipo de contenido ni las fascina.
A veces,
esto de comparar si las mujeres hacen lo mismo que los hombres, parece una
competencia, como si al decirse "ya ves, nosotras también vemos porno"
sintieran que se están empoderando o haciéndose semejantes a nosotros. Si las
mujeres miran menos porno que nosotros, pues qué de malo tiene eso, y si los
hombres somos más asiduos a esas páginas, qué mérito nos da.
Pornhub
ofrece estadísticas, pero no dice por qué ellas ven esos vídeos. Y las pocas
veces que se ha podido interrogar a las mujeres respecto a esto, responden que
lo hacen para complacer a sus parejas.
4. ¿Por qué crees que a los varones nos gusta tanto la pornografía?
Porque es
el único lugar donde disponemos de tantas mujeres como nos es posible.
En el reino
animal, entre los leones, los elefantes marinos, los búfalos y los chimpancés
(que son nuestros primos evolutivos), etc., el macho alfa tiene a su
disposición varias hembras, e incluso adquieren exclusividad de apareamiento.
Los seres humanos somos una especie animal más, y nosotros los varones tenemos
inscrito en nuestro ADN la necesidad de relacionarnos con varias mujeres. Ahora
bien, de esto no se debe extrapolar que los varones seamos promiscuos por
naturaleza o que en cualquier momento sacaremos los pies del plato. Miles de
años de coexistencia y de interacción social han forjado nuestra cultura
monogámica, la cual aseguró una convivencia más pacífica y estableció lo que
Maynard Smtih ha denominado "Estrategia Evolutivamente Estable", que
en este caso sería: a mayor compromiso con una sola mujer, mayor seguridad de
que mi prole sea genuina y no desgaste energía y recursos en vástagos ajenos.
Ya no estamos en las épocas de Mongkut de Siam (que tuvo un harén de
aproximadamente 9000 mujeres), o en las de Kublai Khan (que no se quedó atrás y
reunió para su deleite un total de 7000 mujeres), o en las del mítico Salomón
(con 600 esposas y 300 concubinas), por lo tanto, tampoco estamos en las épocas
en las que criábamos hijos ajenos, puesto que, como tenemos muy bien sabido,
siempre había oportunistas que se acostaban con algunas de las odaliscas y
luego se los achacaban al emperador.
Por decirlo
de alguna manera, nuestra necesidad harénica ha tenido que sublimarse en la
pornografía. De esa manera, mantenemos nuestra monogamia intacta y al mismo
tiempo satisfacemos la primitiva naturaleza. ¿No es eso genial? Las esposas
deberían agradecer a la industria pornográfica por fortalecer la fidelidad de
pareja y los varones deberíamos de estar orgullosos por haber inventado una
forma muy sencilla de ser felices.
Además, con
la pornografía saciamos nuestras urgencias eyaculatorias. De acuerdo a
Brizendine: "Los estudios indican que, desde la pubertad hasta los
veinticinco años, aproximadamente, los hombres necesitan eyacular de una a tres
veces diarias". Y continúa: "Los científicos creen que la frecuente
estimulación sexual masculina es biológicamente necesaria para que los jóvenes
se mantengan fértiles y preparados para practicar el «sexo real» cuando surja
la primera oportunidad" (p. 73). Es por eso que, aunque muchos se asombren
de la temprana edad en la que púberes comienzan a ver pornografía, es una
conducta de lo más esperable. Los púberes aún no tienen la posibilidad de
contactar físicamente con alguien, por las restricciones sociales, por su falta
de madurez y tantas otras cosas, que acudir a la pornografía es una buena
opción. En el caso de los adultos, recurrir a la pornografía permite que
disfrutemos del sexo sin la necesidad de nuestra pareja, ya que sabemos que las
mujeres no poseen la misma necesidad sexual que nosotros. Ellas pasan por
facetas hormonales que les impide cumplir con nuestros impulsos, así que
utilizar un material audiovisual para pasar un buen momento (sin serles
infieles ni nada) me parece una muy buena alternativa.
A esto
agreguémosle que, según la Universidad de Harvard, si deseamos prevenir el
cáncer de próstata, debemos eyacular, mínimamente, 21 días al mes, ya que de
esta manera expulsamos cualquier vestigio de célula cancerígena de nuestro
aparato reproductor. ¿Las damas que nos acompañan estarán totalmente dispuestas
a colaborar con nuestra salud y fornicarán con nosotros durante 21 días
seguidos? Lo dudo. ¿Y cómo harán los que no tienen compañera? Pues para esos
casos está nuestra salvadora, nuestra medicina visual: la pornografía.
Conociendo
todas sus bondades a qué varón cuerdo no le gustaría ver pornografía.
5. Es fácil darse cuenta que la pornografía representa, en muchas de sus
producciones, escenas de violencia, dominio, y demostración de poder sobre las
mujeres. Como si con ella se buscara cosificar a la mujer.
¿Crees, en ese sentido, como Beatriz Ontaneda (2023), Tasia Aránguez (2022),
Ana de Miguel Álvarez (2020), Angélica Velasco & Victor Gil (2017), que la
pornografía está maleducando a las nuevas generaciones, pues al consumir
constantemente este contenido, terminarán por creer que el sexo debe ser en sí
mismo violento y denigrante?
Cada vez
que mis estudiantes me preguntan por la pornografía suelo decirles que, ante
todo, hay que recordar que esas películas son ficticias, forman parte del
entretenimiento, algo parecido a las películas de superhéroes, esto es, que por
más que tú mires a uno de los actores siendo molido a golpes, a martillazos,
quemado por un trueno o atravesado por una lanza alienígena, nunca te creerás
que todo eso pasó de veras. Sabes, implícitamente, que la escena ha sido
construida en base a un guión, que te ha impactado al punto de provocarte
indignación, lástima, pena y frustración, pero que no por eso deja de ser una
muy buena actuación.
Eso es lo
mismo que pasa en cada vídeo porno: los que lo dramatizan utilizan sus dotes
artísticos para materializar un guion. Los gemidos de las chicas parecen
reales, la fuerza con la que el chico golpea las nalgas protuberantes hasta
enrojecerlas pueden pasar por ciertas, la penetración se nota muy violenta y el
chisgueteo final en la cara, los pechos o la boca de la mujer pueden resultar
muy intolerables para algunos, pero a pesar de todo lo que crea y sienta el
espectador o espectadora, todo es una puesta en escena. Y solo debe juzgársela
desde un punto de vista cinematográfico, no moral ni educativo
Que los
chicos se crean que todo eso se deba practicar en la vida real, ya no es
problema de la peli. Eso lo único que revela es que los padres no los están
educando lo suficiente y que están dejando en manos de unas películas
entretenidas la orientación de una parte muy importante de sus vidas: la
sexualidad. Sería como echarle la culpa a Supercampeones de
que nuestro hijo se haya deprimido por no haber podido hacer un tiro con
chanfle.
Y para
responder a la primera parte de la pregunta, tengo que anotar que, si la
pornografía parece violenta y dominante es por la sencilla razón de que el sexo
es agresivo y dominante en sí mismo; lo único que hace la pornografía es
exagerar esas características. Y si me preguntan por qué dicha dominancia tiene
que ejercerse sobre la mujer, pues la respuesta es, sencillamente, porque la
pornografía está hecha, casi exclusivamente, por hombres y para hombres, por lo
cual debe ponernos a nosotros como los que tienen el control. Estoy seguro de que,
si el público femenino consumiera más pornografía, los directores las pondrían
a ellas como las dominantes.
Creo que
mucha gente imagina que directores y actores porno se reunieron y acordaron que
todas las películas que filmen tendrán el vil objetivo de denigrar la figura
femenina, tratarlas como objetos o como esclavas. O sea, han sido capaces de
crear una historia conspiranoica, sugestiva y, cómo no, con "enfoque de
género". Pero todo eso ya resulta muy imaginativo.
6. ¿En qué te basas para decir que "el sexo es agresivo y dominante
en sí mismo"?
Me baso en
nuestra propia naturaleza. De acuerdo a la investigación neurocientífica, las
zonas cerebrales que se activan cuando tenemos relaciones sexuales son las
mismas que se activan cuando tenemos respuestas agresivas. Podrían enumerarse
diversas estructuras límbicas, como la amígdala cerebral o el área septal; sin
embargo, la zona más relevante para esta relación (descrita así por el
neurocientífico David J. Anderson) es una pequeña parte del hipotálamo
llamada núcleo ventromedial, la cual se activa durante la agresión
y el encuentro sexual.
La
Vanguardia aclara que: "Lo que los investigadores han encontrado allí es
un mecanismo complejo e imperfecto de regulación del sexo y la agresividad. Una
parte de las neuronas de este núcleo se activa solo en caso de agresión. Otras
se activan en caso de apareamiento. Pero hay cerca de un 25% que se activa en
ambos casos".
Esto no
justifica, claro está, ningún tipo de acto violento en medio de la relación
sexual. Puesto que, como aclaran los mismos investigadores, "las neuronas
que regulan ambas conductas se inhiben entre ellas: si están activas las del
sexo, no pueden activarse las de la agresividad; y, en consecuencia, si están
activas las de la agresividad, no pueden estar activas al mismo tiempo las del
sexo". Aun así, esto no quita que la expresión de dominio esté vigente en
el acto copulatorio. Lo que quiero decir es que, si bien la expresión de
agresión está inhibida, su estela no desaparece del todo. Es por esto que es
muy común que, en medio del coito, afloren las lisuras (puta, perra,
pinga, coño, chucha, culo, joder, carajo, etc.) y aviven el fuego de la pasión;
o que la conducta se vuelva más dominante de lo acostumbrado: él jala de los
pelos a la chica, le golpea las nalgas, la besa bruscamente, le frota y chupa
las tetas y la penetra con mucha fuerza; ella araña la espalda del tipo, le
muerde la oreja, el cuello, gime estridentemente y lo envuelve con sus piernas
para que la arremetida peneana sea más profunda.
Y esta
conducta, obviamente, no es privativa del ser humano. También nuestros
parientes primates tienen una conducta semejante, la cual refuerza la idea de
que el sexo es agresivo y dominante en sí mismo.
En su
libro El conflicto de los sexos, el Dr. Hugo Liaño describe la
conducta sexual del mono rhesus:
El macho del mono también monta por detrás a la hembra, pero la sujeta de una manera que sugiere que la está forzando. El macho engancha con cada pie la pata posterior correspondiente de la hembra, en una especie de presa de lucha que recibe el nombre de double foot-clasp mount o «monta en doble gancho de los pies». Con esta maniobra la hembra queda apresada y no escapa a la siguiente fase de penetración. [...] El doble gancho del mono es sin duda una forma normal de acto sexual que se encuentra en el camino de la agresión, forzamiento o violación de la hembra" (p.58).
Otro ejemplo
considerable es el apareamiento de los gatos, el cual está adornado de sonoros
maullidos y zarandeos en el techo. A esto debemos de sumarle, para ser fieles a
la verdad, que el pene del macho posee entre 100 a 200 espículas (hechos de
queratina), las cuales terminarán hiriendo la vagina de la gata, amén que, para
la consecuente eyaculación, el macho morderá el lado posterior del cuello de la
hembra, combinando dolor y placer.
Un último
ejemplo, y para gusto de muchas féminas, es el apareamiento de la mantis
religiosa. Los machos que desean copular se acercan tímidamente a la doncella,
saben que su cabeza está en juego; aun así, el deseo puede más y termina
montándola. Ella, por su parte, no se satisface con el amante timorato, y para
poder disfrutar sin cohibiciones ni reparos, lo decapita en seguida,
consiguiendo de esa manera dos premios: alimento (pues la hembra engullirá la
cabeza del macho) y disfrute sin remilgos (puesto que el cuerpo masculino
trabajará autónomamente).
En resumen,
el sexo y la agresión son fronterizos y hacen que la unión de los cuerpos sea
más interesante.
Ahora: ¿y
cómo se relaciona esto con la pornografía? Pues, como ya dije líneas arriba, la
pornografía lo único que hace es exagerar este rasgo natural. Que lo hagan bien
o mal ya es otro asunto.
7. Al decir que la pornografía es violenta y que a los varones les
gusta, muchas personas pueden creer que a los varones les apetece el sexo
agresivo, humillante, donde pueden maltratar a la mujer sin ninguna
consideración.
El detalle está
en que la pornografía es una película para pasar el rato, mientras que el sexo
real es una actividad de compromiso, galantería, conquista o al menos una
relación de concertación. Yo jamás me imaginaría agarrando a cachetadas a mi
esposa en medio del coito, ya que ella se enfadaría mucho y terminaría el
asunto inmediatamente. Tampoco fantaseo con follar a mi prima, a mi hermanastra
(que no tengo), a la abuela (ya se murieron las dos que tenía), o a la tía de
mi amigo (que ya debe de tener entre 50 y 60 años), pero sí que me causa gracia
cuando en Pornhub buscas "prima" y te salen unos vídeos muy
candentes. Así que decides verlos solo para pasar el rato y hacerte una paja.
En el fondo, sabes que esas tías no son primas ni familiares de quienes se las
cogen. Todo es un teatrillo.
De acuerdo
a lo recogido por Shere Hite (una sexóloga que emuló a Alfred Kinsey, pues hizo
el inmenso esfuerzo por recopilar las tendencias sexuales en una gran muestra
de varones y mujeres), muchos hombres se sienten a gusto contemplando
pornografía; sin embargo, no es que disfruten de todas las películas que ven.
Algunas simplemente les parecen simplistas o disparatadas. Estas son las
declaraciones de uno de los participantes del estudio de Hite:
Una revista de buena calidad fotográfica está bien. La revista Playboy, que miro a veces, todavía presenta a las mujeres como suaves y deseables. Generalmente, no publica fotos crudas. Algunas de la publicaciones más recientes son repugnantes. ¿Es atractivo ver a una mujer estirándose los labios vaginales hasta el suelo? Estas revistas hacen burla de las mujeres, y no suelo leerlas. [...] La pornografía realmente directa, en la que se representan escenas auténticas de coito, fellatio, etcétera, es agradable. Es agradable, porque, en la mayor parte de los casos, no es cruda. Sin embargo, las películas son auténtica basura. Desde luego, la fotografía es magnífica, y también la acción, pero los actores son horribles. Todo parece demasiado mecánico. Es bueno verlas para excitarse, pero resulta mucho más gratificante una película verdaderamente romántica sin la escena del sexo. Supongo que soy un romántico y no una máquina (p. 835).
Otro entrevistado,
consciente de que la pornografía es pura puesta en escena, afirma:
Alguna pornografía está bien hecha; otra, es basura, y entiendo por basura que hace que los participantes parezcan degradados, horribles (p.835).
Uno más, siendo fiel a sus
principios, arguye:
No me gusta la introducción de la violencia (sadomasoquismo, etcétera) en pornografía (p. 836).
El problema
de fondo, creo yo, es que vivimos en una cultura que prohíbe cualquier
expresión sexual que le parece escandalosa. Antes pensaba que esto solo se
circunscribía a las mujeres, pero hace poco me di cuenta que la expresión
sexual masculina está igual de estigmatizada. Según Nolasc Acarín, esto podría
deberse a que los varones no podemos disimular nuestra excitación sexual. Basta
un mínimo rose, un mínimo toque, alguna insinuación, o, lo que es peor, solo la
vasodilatación diaria, para que nuestro miembro se abulte y anuncie a todo el
mundo que no estamos pensando en cosas tan "buenas". Inclusive, esa
debe ser la razón por la que en la Biblia se diga tajantemente: "Pero
ahora yo te digo que si alguno mira a una mujer con el deseo de tener relaciones
sexuales con ella, en su mente ya ha cometido pecado con ella" (Mateo
5:28). ¿Cómo podrían darse cuenta los demás de que deseamos a la vecina, a la
amiga, la compañera o a la hermanita de la iglesia? Una buena erección es más
que suficiente.
Y si no es
eso, al menos nuestra conducta de obsesos nos pone en la guillotina. No es raro
ver a adolescentes poniendo cara de estúpidos cuando pasa una chiquilla bien
proporcionada; no es extraño que los adolescentes piropeen o silben a las
señoritas que pasan por su lado, o que al menos se queden prendados de su
pequeño escote o de las piernas que se promocionan por la escases de tela de la
minifalda. No es nada atípico que los chicos hablen de lo buenas que están sus
amigas, o de las ganas que tienen de levantarse a una de ellas. Y no es inusual
que a los jovencitos se les descubra navegando por páginas de índole sexual.
Así también, no es nada infrecuente que se nos tilde de cochinos,
pervertidos, depravados, degenerados, corrompidos, viciosos o adictos
al sexo, por las mismas razones. ¿Y por qué nos tildan de
esa manera? Porque para nuestra sociedad el sexo debe ser tácito, implícito,
oculto, y las conductas sexuales de los varones, que por lo general suelen ser
muy explícitas, rompen el decoro y las buenas maneras. ¿Cómo podríamos estar
orgullosos de mirar chicas y sufrir una erección? ¿De verdad crees que es
normal masturbarse viendo chicas calatas (recibiendo duro por delante, por
detrás o por la boca; con dos, tres o cinco tipos al mismo tiempo; saboreando y
libando la leche que sale de un pito grande y venoso) y luego dormir tranquilo
como si nada malo hubiera pasado? Los varones estamos jodidos. Nuestra
expresión sexual lo está más.
Decir esto,
sin embargo, es hablar al vacío, porque nadie se ha preguntado si el hecho de
mirar una película porno nos convierte automáticamente en los tipos que están
follando, si nos hace partícipes de dichas escenas, o al menos, si al hacerlo
asentimos a todo lo que se dramatiza en los videos. Casi todos ignoran que la
mayoría de las veces solo vemos esas pelis para entretenernos, para consolar
nuestra falta de pareja o porque no hay nada mejor que ver. Es lo mismo que si
pusiera Netflix, no siempre me gusta lo que veo, pero lo veo porque sí, porque
ya, porque me da la gana, porque quiero aminorar el tedio. ¿Por qué todo lo que
hacemos debería de tener un justificación filosófica o moral? ¿Por qué en el
hecho de ver coger a otros debería estar implícito una
malintencionada acción y no solamente un pasatiempo?
Como
refiere uno de los entrevistados por Shere Hite:
He utilizado las fotografías de mujeres desnudas que publican esa clase de revistas para masturbarme mirándolas, imaginando que estaba jodiendo con ellas, y sabiendo al mismo tiempo que no me gustaría relacionarme con ninguna mujer a semejante nivel (p. 839).
8. Entonces, ¿la pornografía no cosifica a las mujeres, no las
reduce a meros objetos sexuales?
Si la
pornografía se hiciera a expensas de algunos de sus integrantes, secuestrándolos,
obligándolos, amenazándolos, utilizando niños para su producción o, para
no ir muy lejos, eludiendo deberes como el pago de servicios, entonces, sí
estaría incurriendo en la cosificación, puesto que, para
alcanzar sus fines, se estaría deshumanizando a los participantes y negándole
los derechos más fundamentales. Sin embargo, todo esto está más ligado con la
trata de personas que con la pornografía per se. Y hasta donde
tengo entendido nuestras leyes condenan la trata de personas y todo lo que de
ella resulte, esto es, prostitución, trabajos forzados, tráfico de órganos,
pornografía infantil, etcétera (Ley N° 28950). Si la pornografía de la que
venimos hablando se produjera a través de estas modalidades, sería un crimen y
debería ser juzgada. Ese es el caso de la pornografía infantil, en la cual se
graban a niñ@s manteniendo relaciones sexuales con tipejos (o a veces, hasta
con sus propios padres) para luego comercializar los videos a través de
la darknet. Esta clase de pornografía (que yo llamaría violación,
porque no hay ni puede haber consentimiento de los menores de edad) es, por
supuesto, y con justa razón, perseguida y condenada (Artículo 183-A, de la Ley
N° 28251).
Esto no
sucede en la pornografía en general y, conscientes de ello, no existen leyes
que prohíban la producción o visualización de la misma. Claro, en países como
Alemania, Italia y Reino Unido, existen regulaciones para evitar el acceso de
menores de edad a dicho contenido a través de la red, pero no existe censura
para lo que con ella haga un mayor de edad. Y la razón es simple: mientras los
protagonistas, mayores de edad, consientan ser filmados teniendo relaciones
sexuales (de acuerdo al guion que se les proponga) y autoricen que esos videos
se comercialicen para obtener de ello un ingreso económico; y, mientras los
consumidores, también (e idóneamente) mayores de edad, ingresen por cuenta
propia o permitan que alguien se la muestre, con el fin que ellos consideren
justificable (pasar el rato, fantasear, excitarse, masturbarse, etc.), no hay
ningún problema ético ni moral, no existe degradación ni envilecimiento ni
menos cosificación de ningún tipo. Entre otras cosas, porque al vivir en un
estado de derecho, tenemos la libertad de dedicarnos al trabajo que deseamos y
al pasatiempo que nos parezca más agradable.
Ahora, que
grupos moralistas y feministas se indignen porque interpretan que una mujer
bien abierta de piernas está siendo cosificada, pues sirve de
objeto lujurioso para los hombres, es solamente una cuestión de interpretación,
y por más que quieran nosotros no somos culpables de las especulaciones de los
demás, por más absurdas, conspiranoicas y alucinantes que estas sean.
Creo que,
en el caso de la pornografía, pasa lo mismo que con todo el campo del
conocimiento: cuanto más ignoramos, más veneno soltamos. La gente que nunca ha
leído o visto las entrevistas que se han hecho a los actores y actrices de esta
industria, y, en todo caso, los que jamás han visto el número de videos como el
que esto escribe, y (ya no se diga), ni siquiera han leído un estudio
científico o un libro sobre el tema, son los primeros en decir que la
pornografía es una bazofia perversa, degradante y denigrante, principalmente de
la figura femenina. ¿Y en qué se basan sus afirmaciones? En la simple
intuición. Pasan del "yo creo que la pornografía degrada la moralidad y
destruye las buenas costumbres" a "la pornografía degrada la
moralidad y destruye las buenas costumbres". Dan un salto olímpico al
quitar las tres primeras palabras de la oración y se sienten filósofos o
científicos por semejante hazaña. ¿Los podemos rebatir? Imposible, puesto que
para ellos sus verdades son absolutas y aunque les muestres estadísticas,
resultados de estudios, conclusiones de libros, o las declaraciones de los
actores porno, las más de las veces responden apelando a sus ideologías:
"¡Dios dice!", "¡Simone de Beauvoir dice!", "¡Yo
digo!", o en todo caso, y llegando a la bajeza intelectual, se lanzan con
diatribas dirigidas hacia tu persona: "El pornógrafo", "el
obsceno", "el machirulo", etc.
No entiendo
en qué sentido se cosificaría a una mujer que, por propia
voluntad, desea participar del elenco de grabación. Nadie las obliga ni las
fuerza, ellas deciden hacerlo por cuenta propia. Puede que algunas terminen
grabando su primera escena por el aliciente de su pareja, o por un apuro
económico, pero luego de la primera experiencia, según relatan muchas de ellas,
la cosa les parece genial y la vuelven a repetir una y otra vez. Ganan buena
cantidad de dinero y, además de eso, se la pasan bien con la jodienda.
Claro, una
cosa es esta realidad y otra es la que imagina la gente. Muchos creen que las
más de las actrices porno deben tener problemas emocionales, de adicción a
sustancias, o deben de haber sufrido abusos sexuales en la niñez, o, en el peor
de los casos, que han sido engañadas por el diablo o el sistema para rebajarse
a ser un mero objeto sexual. Sin embargo, cuando oigo a Marina Gold, Amarna
Miller, Valeria Fuentes, Mary Rock, Valentina Bianco y un largo etcétera, no
encuentro nada de lo que el prejuicio o estereotipo dictan. Ellas no
pertenecieron a una familia de delincuentes o abusadores, no padecieron de
abusos sexuales, nadie las forzó a trabajar en el mundo del sexo, nadie las
secuestró y las sometió a vejámenes, sino más bien todo lo contrario, su vida
no parece muy alejada a la de una mujer empresaria, dueña de sí misma, que se
ha ido construyendo a base de esfuerzo y dedicación, que trabajan varias horas
al día haciendo lo que les gusta y construyendo un proyecto de vida con el
recurso que la fortuna les ha dado: su cuerpo.
Considero,
más bien, que son chicas con mucha seguridad, al menos superior al promedio;
entre otras cosas, por la libertad que tienen para mostrarse desnudas ante
cámaras, sabiendo que mucha gente las verá. No les avergüenza su peso, su
talla, el color de su piel o su trabajo, pese a que esta ocupación acarrea,
ineludiblemente, estigma social. Son de las guerreras que deberían tener una
estatua o al menos un retrato en el Ministerio de la Mujer, de las que se
deberían poner como ejemplo en los libros sobre empoderamiento feminista, de
las que se debería celebrar un día internacional.
Otro punto
muy importante en medio de este jolgorio, es la invisibilización masculina
dentro del debate pornográfico. A la gente le parece que los varones la pasan
muy bien grabando escenas de sexo, pues en sus seseras, el culmen de la
autorrealización varonil es meter y sacar la verga de un coño durante todo el
día. Ignoran que el punche que hay que ponerle para mantener una erección por
cuarenta minutos o una hora, no es tarea sencilla, además que hay que rodar, en
un día ajetreado, tres o cuatro películas. ¿Cómo hacen ellos para mantener la
libido intacta? Algunos recurren a pastillas vasodilatadoras y otros, los más
talentosos, a su puro profesionalismo y voluntad. ¿Pero habrá alguien que se
pregunte si a estos tipos no les dolerá el pito después de tanto uso? ¿Habrá
alguien que se pregunte si los tipos no habrán sufrido eyaculaciones accidentales
(con gran vergüenza para ellos, obviamente) y luego habrán perdido minutos
valiosos de grabación? ¿Alguien al menos considerará si todas las chicas con
las que graban serán de su agrado o al menos poseerán el sexapil para
excitarlo? Jordi El Niño Polla cuenta que, en una ocasión, tuvo que grabar
con una tipa que no se había lavado el culo. Cuando él se acercó a lamerle la
concha, sintió el desagradable olor y no pudo evitar sentir asco. Jordi tuvo
que ir presuroso al baño a vomitar y luego regresó, estoico, para continuar con
la grabación.
Y
si hablamos de cosificaciones, al parecer, en esta industria, los varones son
los más cosificados, puesto que, en muchos casos, ni siquiera se les poncha la
cara. Del actor porno solo interesa el miembro erecto y cómo este instrumento
pone a gozar a la mujer, a quien sí representan completamente, dándole toda
notoriedad y realce. Dice Virginie Despentes en Teoría King Kong:
Si observamos una película porno heterosexual, siempre es el cuerpo femenino el que resulta valorizado, es el que es mostrado, es el cuerpo que cuenta para producir un efecto. No se pide lo mismo de un actor porno, se le pide que se empalme, que se agite, que saque su esperma. El espectador de una película porno se identifica sobre todo con la actriz, más que con el protagonista masculino. Del mismo modo en que en cualquier otra película nos identificamos espontáneamente con el personaje valorizado (p. 85).
Podríamos
usar esto para atacar a la industria del porno, para elaborar discursitos sobre
lo mal que lo pasan los actores, pero creo que, al final, terminaríamos
hablando de lo mal que están los trabajos en la sociedad, más que de la
pornografía misma. O, en todo caso, terminaríamos riendo y resignándonos porque
todo esto, pese a quien le pese, son gajes del oficio.
Antes de
pasar a la siguiente pregunta, quiero citar las declaraciones de cuatro
actrices porno (aunque podría citar muchas más) y con ello quiero demostrar que
para nada se sienten cosificadas; es más, en algunos casos, como verán, las
damitas reflexionan y critican la hipocresía de la gente que desprecia la
pornografía.
Nuria Millán: "Hago
porno porque me gusta, porque lo disfruto, porque la gente se lo pasa bien, yo
también y ya está. Siempre lo he dicho, que cuando me canse del porno, cuando
ya no lo disfrute, es cuando terminaré de hacerlo".
Valeria Fuentes: "Yo tenía un concepto totalmente diferente del porno. Lo veía una
cosa como más sucia, donde las chicas realmente no disfrutaban, estaba todo
montado, llegabas y pim-pam. Todo muy oscuro y, cuando me he dedicado a esto,
ha sido todo lo contrario. Me he encontrado con gente súper amable, súper
respetuosa, con mucha más educación de la que me he encontrado en otros
trabajos. Siempre pendiente de que estés bien, de que te encuentres bien, que
todo esté a tu gusto… Para mí eso es súper importante y me ha sorprendido.
Entonces es algo que he intentado mejorar durante este tiempo, el no juzgar las
cosas sin conocerlas. Luego, a nivel sexual soy una persona que, muy fogosa,
muy morbosa, pero decir guarradas normalmente como que me daba vergüenza. Pues
lo que antes decía al oído, así como a escondidillas, ahora lo suelto por la
boca. La verdad es que me he soltado más en eso y me gusta. Versión
mejorada".
Mary Rock: "Me
gusta hablar con mis fans. Cuando estoy aburrida comienzo a hablar con ellos,
me hago fotos, pasamos el rato. Es como si necesitara estar en contacto con
alguien para sentirme bien, mejora mi estado de ánimo. Empezamos en Onlyfans o
Instagram y charlamos sobre todo en general, fútbol o cualquier cosa. Me gusta
saber cosas interesantes sobre ellos, si viajan, tienen perros, gatos, familia…
Para mí es como una escuela. Amo esta parte de mi trabajo. Me gusta hacer feliz
a la gente. Una vez hice el juego de la ruleta rusa y salió que el premio sería
follar con un fan. Cuando nos reunimos en el hotel y puse a grabar el vídeo,
¡nunca había visto a una persona tan feliz en mi vida!".
Valentina Bianco: "Yo trabajo con actores y con creadores de contenido, no tengo
problemas con nadie. Lo que me pica un poco es que ahora hasta la vecina de al
lado -que no produce contenido para adultos- tenga página en OnlyFans haciendo
topless. No me molesta por la chica o el chico que lo haga, me molesta por el
concepto que la sociedad siempre ha tenido de nosotros. Nos han tratado siempre
como basura, como gente con problemas mentales, psicológicos, de drogas… Somos
lo peor de lo peor, la sociedad nos ha repudiado y nos sigue repudiando, y
ahora de repente todo el mundo se puede hacer OnlyFans. La sociedad acepta eso
de alguna manera, pero ¡sigue hablando mierda de nosotros! Me parece muy
injusto porque realmente OnlyFans lo que ha hecho es abrir el tema de contenido
para adultos a un público tan vasto -no solamente de espectadores, sino de
personas que lo producen- que es súper interesante porque es como un cambio
social. OnlyFans ha creado un cambio social y no se puede negar. Lo que me
molesta es que nosotros seguimos siendo la mierda de la mierda. Nos siguen
reportando las cuentas -hay chicos o chicas que siguen perdiendo la cuenta de
Instagram porque son actores o actrices conocidas- y eso no le pasa tanto a la
‘influencer’. A mí me han reportado una foto comiendo un trozo de pizza en
Instagram y yo he visto a chicas enseñando el potorro y no les pasaba nada.
Ahora todo el mundo está más afectado, pero al principio era alucinante porque
esto te demostraba que Instagram, por ejemplo, tenía como una agenda".
9. ¿Identificas alguna desventaja, problemática o inconveniente en la pornografía?
Todas las camisas con las que se viste la humanidad tienen imperfecciones y, especialmente, la pornografía está teñida de inconvenientes muy peliagudos, pero no del tipo que imaginan muchas personas, como ya mencioné líneas arriba, sino de un cariz diferente.
He
tratado de recopilar (de boca de quienes pertenecen a la industria o, son
expertos en el tema) las aristas que mayor atención merece el contenido para
adultos y hasta qué punto puede afectar la vida de quienes la producen y
consumen.
a. La industria del porno no cuenta, al día de hoy, con un marco legal, no solo que regule su producción, comercialización o consumo, sino que al menos vele por los derechos de los trabajadores. De acuerdo a Amarna Miller, si una actriz porno sufriera abusos por parte de una productora, ella no tiene ninguna ley en la cual ampararse para presentar una queja o denuncia, así que lo único que puede hacer es tratar de aprender de su experiencia y estar muy avispada para que algo así no le vuelva a ocurrir.
Además,
esto fomenta la informalidad, ya que los contratos de trabajo se realizan por
un acuerdo de boca a boca, sin respetar los beneficios laborales que todo
trabajo digno merece: gratificaciones, CTS, seguro social, participación en laS
utilidades de la empresa, vacaciones, etc. Con lo cual, si bien muchas
productoras no incurren en el agravio de sus trabajadores, tampoco tendrían que
rendir cuentas si alguna vez lo hicieran. Y ha ocurrido que, productoras
fraudulentas, aprovechándose de la necesidad económica de actores y actrices,
los contratan, graban varias escenas y, al final, se hacen humo o les niegan el
pago. ¿A quién acuden? No hay una entidad que luche por ellos.
b. No existe seguridad laboral, al menos no hasta que alcances cierta notoriedad. Pasa lo mismo que cuando inicias cualquier trabajo: si tienes suerte, te topas con una empresa que valora tu trabajo y se ajusta a tus expectativas, de lo contrario tendrás tú que ajustarte a lo que el mercado exige para mantenerte laborando. Por eso, una de las quejas de l@s principiantes es que para hacerte valer y no perder una oferta de grabación, tienes que acomodarte a lo que el guion te sugiera. Si el guion pide sexo anal, trío, doble penetración, meadas, etc., tendrás que hacerlo pese a que a ti esas escenas francamente no te agradan. Claro, previo al video, uno firma un consentimiento informado, pero es lo mismo que nada, ya que, si bien estás en libertad de no firmar e irte, tácitamente la presión de perder dinero te obliga a hacerlo. Ante esto existe una salida: trabajar independientemente; pero solo algun@s se atreven a iniciar tamaña aventura, puesto que no es tan fácil como parece. La única tarea que tenías que ejecutar al actuar para una cámara, se multiplica por cien porque ahora tú mism@ tienes que encargarte del set, de la filmación, edición, auspicios, venta, difusión en redes, etc. Quien esté segur@ de asumir ese reto, pues que se ajuste bien los pantalones. (A pesar de todo, esto no solo se ciñe solo al trabajo pornográfico. Al menos en el Perú, las empresas, sean privadas o públicas, formales e informales, siempre te recuerdan que eres prescindible. Si no te ajustas a la ideología del jefe, si no quieres hacer horas extra ad honorem, sino cumples funciones que no te competen, si reclamas o no le caes bien a lo amiguitos del jefe, pues te echan y punto. Así que, obligatoriamente, te tienes que volver un lamebotas o un trabajador independiente si quieres tener una suerte de seguridad laboral. Así que este punto desfavorable de la pornografía que acabo de anotar, es realmente un problema laboral en sí, solo que la pornografía también la padece.)
c. Pese a que el estereotipo dice que todos los varones la pasan bien filmando porno, la verdad es que, de acuerdo a sus propios testimonios (las de Nacho Vidal y Jordi ENP, para poner solo dos ejemplos), no siempre encajas con todos tus compañeros de trabajo. Es que, al final de cuentas, estás tratando con otros seres humanos, y eso en ninguna parte ha sido fácil. Muchas veces se tiene que soportar la incompetencia de los actores que recién están iniciando o la falta de higiene, y eso no facilita hacer match. Otras veces, la envidia genera rumores que dañan el prestigio de una actor o actriz con la consecuente pérdida de empleo. Obviamente, lo mismo les pasa a las mujeres, puesto que no siempre se topan con un maestro del sexo, y tienen que tolerar, mal de su grado, el coito doloroso o aburrido.
d. De acuerdo a Virginie Despentes, uno de los lastres que acarrea consigo la industria del porno es que la sociedad te niega el derecho de producir cualquier otra cosa que no sea pornográfico. Es decir, una vez que el público te ha visto comiéndote una tremenda polla, o te ha visto dándole duro a unas cuantas mujeres, considera que para lo único que sirves es para coger. Para los demás, no puedes ser más que un producto de excitación. Las actrices se llevan la peor parte, por supuesto, pues en casa, en el barrio o en el nuevo trabajo en el que desea incursionar, no falta algún idiota que le recuerde las escenitas y piense que a ellas eso las pone cachondas. A esto se añade, complementariamente, que las empresas pornográficas no le otorgan a los actores y actrices el derecho de controlar su imagen una vez deciden retirarse de la industria. No es que tod@s quieran que sus videos se borren, pero habrá quienes sí, así que para ell@s debería haber esa posibilidad. Por el momento no la hay, así que lo único que queda es seguir el consejo que Jordi ENP dio a todo aquel que desea entrar en el mundo del porno, esto es, que, antes de hacerlo tienes que pensártelo mucho, pues una vez que subas el video no podrás borrarlo nunca, así que si alguien piensa ser abogado, político, doctor, o lo que sea, es mejor salir del apuro económico haciendo otra cosa; en cambio, si has pensado que el porno es lo tuyo y te apasiona mucho, pues dale sin miedo y que la bendición de Dios te acompañe.
e. Si trabajas en una carpintería es muy probable que, en algún momento, pese a que seas muy cuidadoso, te cortes la mano. Lo mismo pasa en el porno ya que parece una regla general que, en algún momento, contraigas una ITS. No es algo perturbador, evidentemente, puesto que las ITS están a la orden del día en cualquier relación sexual y en la mayoría de los casos basta un corto tratamiento para eliminar al patógeno. El detalle se encuentra en la masividad. Cuando un trabajador contagia a otro es muy probable que la infección se esparza con mayor celeridad, puesto que la actividad de los huéspedes es idónea para la proliferación. Por eso, según declaran Nacho Vidal y Amarna Miller, cada quince días, a todos los trabajadores, se les realizan descartes de hepatitis A, B y C, herpes, clamidia, sífilis, VIH, etc.; y si por mala suerte se detecta un positivo o falso positivo, todas las productoras se bloquean. A pesar de esto, nada evita que la infestación se produzca y se ponga en peligro la vida de los actores.
En
2019, por ejemplo, el famosísimo actor porno Nacho Vidal, quien aseguró haberse
contagiado cincuenta veces de gonorrea y clamidia, contrajo el síndrome
de Reiter o artritis reactiva, una enfermedad autoinmune
que lo tuvo postrado en cama por casi tres meses y lo terminó retirando por
completo de la industria cinematográfica. La pregunta que me surge al respecto
es: si bien la enfermedad que padece Nacho no siempre se expresa en quien lo
porta, o, en el peor de los casos, se termina desarrollando después de varios
años, en todo ese tiempo que él tenía sexo con las actrices y con sus propias
parejas en el ámbito privado, ¿a cuántas personas habrá transmitido dicho mal?
Al menos yo no encontré ninguna información que responda a mi pregunta.
f.
La pornografía es la primera fuente de educación sexual de muchos niños y
adolescentes. Detalle
que es responsabilidad directa de la falta de educación sexual integral en
casa, la cual recae por completo en los padres. Algo de razón tienen las
feministas al decir que no es nada grandioso que la pornografía sea el
instructor primario (y a veces exclusivo) de nuestros hijos en materia sexual,
lo mismo que no sería nada beneficioso que los chicos aprendan a
interrelacionarse con los demás viendo La Rosa de Guadalupe. Los menores
requieren orientación y explicación, más si se refiere a un ámbito de la vida
que siempre está vigente en ellos y que producirá curiosidad a medida que vayan
creciendo. Negarse a hablar de sexo con nuestros hijos solo genera misterio, y,
como advertía Bertrand Russell, el peligro de que busquen información por
doquier, a expensas de creer cosas que no se ajustan a la realidad o caer en
manos de gente insana que lo único que quiere es aprovecharse de la ignorancia
y los tabúes sexuales.
Lo
idóneo sería que, cuando un chaval se tope por primera vez con este contenido,
ya sepa al menos lo más básico sobre cómo se fabrica un bebé, y considerando
que, en estos últimos años cada vez más el rango de edad con la que los menores
se topan con la pornografía va descendiendo, lo mejor sería que hablemos con
nuestros hijos lo más pronto posible. Así aseguramos que el adolescente no crea
que el sexo es lo que ve en el celular ni piense que hay que imitar en todo a
los videos. Puede que lo vea y le guste y pase su tiempo en ella, pero con la
vacuna del conocimiento.
El
problema está en que los padres no quieren hablar de sexo con sus hijos y
quieren prohibir la pornografía, para así deslindarse de compromiso. Solo que
al hacer eso están negando la realidad, intentando tapar el Sol con un dedo. La
pornografía está en la red y cualquiera puede acceder a ella, por voluntad
propia, por recomendación de un compañero y hasta por puro accidente. Además,
como he tratado de explicar a lo largo de este texto, la pornografía no es mala
ni perversa, solo la reproducción ficticia de nuestras fantasías sexuales, así
que vetarla no es la respuesta, sino evitar que se vuelva el instructor
personalizado de nuestros encuentros amorosos.
Pero
pedir esto a los padres es como pedir peras al olmo, una tarea titánica y mal
entendida; sin embargo, son los primeros en gritar como salvajes cuando
docentes, psicólogos y tutores tratamos de hablar del asunto con sus hijos.
Vaya hipócritas.
10.
¿Qué opinas de OnlyFans?
Creo
que es una de las formas más seguras de hacer pornografía de los últimos años,
ya que ofrece autonomía a los creadores de contenido, permitiéndoles ofertar el
menú de videos y fotografías sin imposiciones ni arbitrariedades, además de la
posibilidad de generar ingresos económicos dependiendo de la propia habilidad y
empeño.
Tasia
Aránguez lo denomina la "uberización de la pornografía", y no se
equivoca, ya que en OnlyFans no existen más intermediarios que tú y tus
suscriptores. En lo que no concuerdo con ella, es en considerarlo proxenetismo,
porque, aunque la plataforma cobra el 20% de lo recaudado por los
usuarios, no coacciona, obliga y ni siquiera dicta lo que se tiene que
producir. Solo cobra, como decimos los peruanos, su derecho de piso. Un proxeneta
abusa, explota y vive a costa del trabajo de otros, mientras que OnlyFans jamás
han hecho eso (y los más de sus críticos no ofrecen una prueba de lo contrario). Así
que, si alguien desea iniciar sus escarceos en este negocio, OnlyFans es una
plataforma confiable.
Ahora
bien: que la plataforma tiene muchas cosas que mejorar es indiscutible, sobre
todo sus controles para evitar que menores de edad se generen un perfil; por lo
demás, sería cuestión de seguir observando detenidamente, y con el tiempo
hacer una reflexión más profunda de sus implicancias, imperfecciones o, incluso,
virtudes.