1. ¿Son los hijos una bendición de Dios?
Cuando nos ocurren cosas agradables no podemos evitar considerar que aquello que nos está pasando es una “bendición”, y si tenemos una ancestral educación religiosa –que la tenemos, sin ninguna duda– endilgaremos esa bendición a Dios. Pero esta ingenua tendencia no nace de nuestro fuero interno, sino del dogmatismo severo y estricto de que fuimos víctimas mientras aún nos poníamos pantalones cortos. A decir verdad, nadie puede definir con exactitud qué es lo que quiere decir con “bendición” en el sentido religioso. Mucho menos cuando aquello que llama “bendición” tiene otras explicaciones más racionales y comprensibles. La procreación, por ejemplo, es un evento biológico, nada exclusivo de nuestra especie y por ende no merece mayores connotaciones metafísicas o espirituales. Basta con saber –de manera muy resumida – que la unión efectiva del espermatozoide y el óvulo hacen posible la concepción. Y para lograrla no es necesaria ninguna oración ni ninguna penitencia. No es necesario tampoco, como en el increíble caso de Jesús, la intervención del Espíritu Santo. Para que la concepción sea exitosa, todos los componentes biológicos han de estar maduros, fértiles y con la capacidad de cumplir bien sus funciones, además de que los cromosomas se deben emparejar en el lugar correspondiente y el ambiente y clima uterinos deben ser adecuados para que el pequeño huevo se desarrolle. Si a este proceso le deseamos llamar “bendición de Dios” no está mal, pero jamás olvidemos que fue nuestra información genética obtenida hace millones de años la que hizo posible que nuestros descendientes estén aquí con nosotros, que nosotros estemos aquí, reflexionando sobre cuestiones biológicas y éticas.


2. Embarazos no deseados
Nuestro código penal considera el aborto un delito, y sólo en el caso que la mantención del feto suponga riesgo para la vida de la madre se considera inimputable. Nada, según este pesado y voluminoso libro, a excepción de lo ya mencionado, puede justificar un aborto, ni siquiera aquel embarazo que se sabe de antemano terminará con un recién nacido con graves taras físicas y mentales. La supuesta defensa por la vida lleva a afirmar a nuestros penalistas que hay que aceptarlo todo con tal de vivir, aún las peores calamidades. Pero detengámonos un momento y pensemos no sólo en los potenciales bebés, sino también en las madres, en sus vidas, en su futuro. ¿Podríamos excusarnos diciendo que ellas deben asumir las consecuencias de su "irresponsabilidad"? ¿Deberíamos obligarlas a asumir un rol para el que todavía no están preparadas? Si lo hacemos, entonces defendemos la idea cruenta, arraigada desde muchos años en nuestro inconsciente colectivo, según la cual un hijo es una carga y ser madre una obligación, y defenderíamos el perpetuo vacío emocional de los hijos no deseados.

De acuerdo a una encuesta realizada por el diario Perú21, más del 50% de madres peruanas en la actualidad manifiesta no haber deseado ser madre. Pero la presión social, los mandatos religiosos o la imposibilidad de someterse a un aborto quirúrgico saludable, les impidió frenar su gestación. En otras palabras, se vieron obligadas a ser mamás cuando podían decidir no serlo. ¿Son felices? Al parecer, solo resignadas. El serio sexismo que se oculta detrás de la imposición de ser madre pocas veces es notado y se trata de encubrir con la supuesta “defensa de la vida”, que olvida que la vida de la potencial madre también está en juego. ¿Qué vida es la que debemos defender más? ¿La de la madre que tiene aspiraciones, sueños y deseos de progreso o la del pequeño huevo o feto, inconsciente y huérfano de meta alguna? Peter Singer, Jesús Mosterín, Mario Vargas Llosa y Richard Dawkins consideran que la primera es la vida más importante, la única que merece reparos y consideraciones. Así como el divorcio fue creado para corregir el mal emparejamiento, el aborto ha sido creado desde una postura humanista, a fin de darle una segunda oportunidad a la mujer, de decirle que hay remedio, que todavía puede seguir trazándose metas.
3. ¿El aborto es peligroso?
El aborto no sólo es peligroso, es traumático. Es por eso que la decisión de abortar no debe quedar en manos del prelado o del penalista ignaro, sino en las manos de la propia mujer. Si ella se considera capaz de soportar la intervención quirúrgica, ¿quiénes somos nosotros para contradecirla? No obstante, el aborto, comparado con antiguas usanzas de mamachas incautas o parteras insalubres, ha logrado en los últimos años avances técnicos sorprendentes, útiles al momento de proteger la vida de la mujer. De acuerdo al Williams Obstetricia hay tres requisitos para un aborto exitoso: a) intervención antes de que termine el primer trimestre de embarazo, b) un especialista en el tema y c) los materiales necesarios para la intervención.
Huánuco, 25 de marzo de 2021