No pretendo darles un sermón científico sobre las vacunas, pues considero que otras fuentes más profesionales pueden hacerlo con mucha eficacia. Lo único que voy hacer es exponerles por qué razones lógicas sería bueno vacunarse. Y para eso voy a tratar de desmontar algunas de la creencias y reparos que tienen las personas respecto de las vacunas.


• No es necesario vacunarse, pues al final de cuentas, vacunándonos o no, igual nos moriremos. Es cierto, todos los seres vivos nos moriremos en algún momento, esta es una ley inevitable. Sin embargo, mientras vivamos, todos los seres vivos buscamos tener una buena vida, o al menos vivir lo más feliz que se pueda. Las vacunas ofrecen esa oportunidad, que mientras vivamos, lo hagamos lo mejor posible, libre de enfermedades, o al menos, resistentes a ellas. A nadie le gusta estar enfermo. A nadie que yo conozca, le complace pasar una tarde sometido a la tortura de la fiebre, o una noche sin poder dormir a causa de la tos o los mocos que tapan la nariz. La enfermedad dificulta el bienestar y nosotros buscamos lo que sea con tal de deshacernos de ella. Y una de las mejores invenciones de la humanidad para contrarrestar ese obstáculo hacia nuestro bienestar, es la vacuna.

• Hay peores formas de morir que por una enfermedad. También es verdad. Pero una verdad a medias. Hay muchas formas de morir, desde un atragantamiento hasta un accidente de tránsito, y todas son horrorosas. Aun así, hay que entender que estas muertes son accidentales, nosotros no podemos hacer nada contra ellas, suceden y ya, nos atenemos al "destino". También existe el caso de que te diagnostiquen una enfermedad incurable y no puedas hacer nada más que utilizar paliativos y esperar, gallardamente, la hora de tu muerte. En cambio, hay situaciones en las que sí podemos evitar nuestra muerte, o al menos una muerte dolorosa. Por ejemplo, cuando somos víctimas de la gripe, acudimos presurosos a la farmacia a comprar diversos medicamentos para contrarrestar sus efectos, y de esa forma ayudamos a nuestro sistema inmune a vencer al caprichoso virus. De lo contrario, la influenza podría causarnos fiebre, congestión nasal, dolor muscular, dolor de cabeza, náuseas e incluso la muerte. De acuerdo a los datos brindados por el Ministerio de Salud, en el 2014 unas 13.349 personas murieron a causa de este mal, con lo que aprendemos que la gripe no es una enfermedad menor. Para no formar parte de la estadística, nosotros buscamos remedios y los hallamos. Con eso nos aseguramos una vida más larga. Pero tendríamos una vida mucho más satisfactoria si nos vacunáramos contra la influenza cada año, pues de esa manera, no solo enfrentaríamos las dolencias que causa, sino que las evitaríamos, con lo que ya no perderíamos tiempo tumbados en la cama a la espera de nuestra recuperación, ni gastaríamos dinero en medicinas.

• No hace falta vacunarse, basta con alimentarse bien. Esto sería reconfortante si todos aquellos que comen bien y, se supone, se nutren mejor, nunca se enfermaran. Es que la invasión de bacterias, virus o parásitos no se detiene con la buena alimentación. Es más, comer fue lo que produjo el contagio del Coronavirus. Ni comer frutas, carnes, vegetales o legumbres, tomar agua, lavarse las manos o mantener una buena higiene evitan que nos enfermemos. Son conductas protectoras, sí. Es decir, nos va mejor con ellas que sin ellas. Por ejemplo, hay una gran probabilidad que las infecciones estomacales se produzcan más en quienes no se lavan las manos para comer que en quienes sí lo hacen, pero incluso el que se lava las manos puede enfermarse de cualquier otra forma. Basta que alguien estornude sin cubrirse para que la enfermedad se esparza sin compasión en todas las direcciones. ¿Esto significa que no debemos cuidarnos? Claro que no. Debemos de seguir protegiéndonos, continuar con una vida más ordenada y limpia. Pero no pensemos que la enfermedad rehuirá si "comemos bien". Recordemos que las bacterias, los virus y los parásitos han evolucionado para invadir nuestro cuerpo y no se detendrán con nada.

• Las vacunas son una forma de control mundial. Muchos son los que todavía creen que existe un grupo ultrasecreto que desea gobernar el mundo, algo así como los Masones o los Iluminati, los cuales, según se cuenta de ellos, han tenido mucho que ver en las diferentes catástrofes políticas, sociales, económicas e inclusive (¡vaya poder les dan!) naturales. De acuerdo al sentir de mucha gente, estos grupos buscan dominar el mundo y para ello utilizan diferentes métodos de control. Uno de esos métodos es la vacunación, pues de esa forma restringen nuestras libertades al inyectarnos hormonas, drogas o chips para hacer de nuestra voluntad una mera programación cibernética. Si suponemos que todo esto es cierto, ¿por qué estos grupos no se han alzado ya para pedir el poder absoluto? ¿Qué los retiene? No podríamos decir que aún esperan el momento oportuno, porque nadie en su sano juicio, teniendo tanto poder como el que se les atribuye, esperaría años, décadas o siglos, para hacerse con el gobierno mundial. A no ser que creamos que esos grupos son dirigidos por seres espirituales, como por ejemplo el Diablo, quien estaría esperando el mejor momento para hacerse con el poder. Creer esto... bueno... sería creer demasiado. Pero incluso suponiendo que el Diablo es el que organiza todo, ¿qué ganaría dándonos una cura? Hasta donde sé, Satanás es conocido por ser el predecesor del sufrimiento y la muerte. ¿No ganaría más dejándonos morir? Porque es más que obvio que la mayoría de la gente se iría al Infierno al morirse. En conclusión, y para no seguir adentrándonos a mundos desconocidos, pensar y creer que las vacunas son una creación conspiratoria, es una de las cosas más alocadas que se nos ha podido ocurrir para evitar el piquete de la aguja.

• Hay que dejarlo todo a la voluntad de Dios. Yo no sé cuál sea la voluntad de Dios y considero que ni los propios creyentes saben cuál es. Así que es temerario afirmar que él no desea que nos vacunemos. La Biblia no habla nunca de las vacunas, simplemente porque en los tiempos de los profetas y los apóstoles no existía nada parecido. Así que mientras no halla una orden expresa de: ¡No te vacunarás!, pues hay que optar por lo que mejor le va a la salud.
